¿Quiénes y por qué atacan a la economía española, o a la griega? ¿Y qué hacer para evitarlo?

Juan Torres López – Consejo Científico de ATTAC España

Todo el mundo es consciente de que «van a por España», como decía un artículo publicado hace unos días en el diario El País. Dicho de otra manera, eso quiere decir que «los mercados» atacan a la economía española, que se difunden rumores sobre su debilidad, que salen capitales y, sobre todo, que las agencias de calificación pueden estimar que la capacidad de España para hacer frente a sus compromisos de deuda disminuye, lo que dificultaría la colocación de la deuda española, haciéndola más costosa y quizá impidiendo que pudiera seguir haciendo frente a sus compromisos de pago. Hasta aquí es más o menos lo que cuentan los periódicos y lo que dicen la mayoría de los economistas, pero conviene saber algunas cosas más.

¿Quiénes son los mercados que atacan a la economía española?

Lógicamente, los mercados no son criaturas reales que tengan cuerpo y alma, sentimientos, voz y voluntad. De ninguna manera. Los «mercados» son en realidad los propietarios de los grandes capitales que operan en ellos: los grandes banqueros y los directivos de los bancos, los grandes inversores, los titulares de los gigantescos fondos de inversión, de pensiones, las grandes multinacionales… Son, por tanto, personas normales concretas, ciudadanos como los demás pero que tienen muchísimo dinero y, por tanto, muchísimo poder. Privilegiados que dominan a los gobiernos y que se superponen a cualquiera de las decisiones que los órganos o instituciones representativos puedan adoptar, y también los que tienen influencia sobre los organismos internacionales. No creo que sea necesario que dé nombres, cualquier persona bien informada sabe con quiénes se han reunido los presidentes de los gobiernos, quiénes van a Davos, los que forman parte de la Trilateral o del Club Bilderberg, los empresarios multimillonarios… A esos me refiero.

¿Por qué les preocupa ahora la situación de la economía española?

Todos ellos han ganado miles de millones en los últimos años cuando lograron implantar en España, o en otros países, un modelo productivo especulativo gracias a las leyes que fueron aplicando los sucesivos gobiernos. Y, a escala global, difundiendo por todo el planeta e invirtiendo y especulando con activos financieros tóxicos gracias a la complicidad de las autoridades económicas. Hasta que todo saltó por los aires porque ganaban dinero de modo insostenible. Todos conocemos la historia.

Cuando eso pasó, enseguida obligaron a los gobiernos a intervenir. Y fue tanto el desastre que habían provocado que fue necesaria una intervención gigantesca de los estados, que los gobiernos se endeudaran hasta las cejas para evitar el colapso global de las economías, la quiebra generalizada del sistema financiero y bancario.

Con préstamos al 1% o incluso a menor interés los bancos centrales han puesto a disposición de la banca mundial cientos de miles de millones de euros para que saliera a flote y reactivara el flujo de crédito a la economía (por cierto, cometiendo así, cuando al mismo tiempo negaban unos pocos miles para luchar contra el hambre, uno de los crímenes más horrorosos de la historia humana). Pero en lugar de eso, de dedicar ese dinero a financiar de nuevo la actividad económica, los bancos se han dedicado a sanear sus balances, bien colocando el mismo dinero que los bancos centrales le daban en depósitos mejor retribuidos allí mismo, o suscribiendo al 3, 4 o 5% la deuda que tenían que emitir los gobiernos para hacer frente a la situación que ellos habían creado.

Así se ha creado un nuevo y extraordinario negocio para la banca y los especuladores financieros: comprar la deuda que los gobiernos han tenido que emitir para tratar de hacer frente al desaguisado que la propia banca y los especuladores financieros han provocado.

Por eso, lo que ahora les preocupa es, sobre todo, que los estados estén en condiciones de hacer frente a esa deuda. Y por eso les quieren imponer condiciones draconianas para que sus recursos se dirijan prioritaria e inexcusablemente a pagarla. Lo mismo que hicieron con los países del tercer mundo en los años ochenta.

¿En qué consiste el ataque a las economías que están haciendo los especuladores?

Los especuladores están actuando de varias formas pero, sobre todo, tratando de mostrar que la economía española es sumamente débil, de modo que aparezca como imprescindible la adopción de medidas orientadas, como acabo de señalar, a garantizar en todo caso el pago de la deuda.

Lo que están haciendo es un «pressing» en toda regla y en todos los ámbitos en los que pueden actuar buscando, principalmente, compromisos de recortes en el gasto público, mayor privatización de las pensiones y, en general, más facilidades al sector privado (en donde ellos mismos ganan dinero) para eliminar al máximo las cargas públicas que pudieran distraer recursos del pago de la deuda.

Lo que hacen estos grandes, gigantescos inversores es en realidad «sembrar la duda», no solo para prevenirse sobre cualquier riesgo de impago sino, además, para lograr que aumenten las primas de riesgo y los tipos a los que el gobierno ha de emitir la deuda y así ganar más dinero todavía. Juegan a crear ellos mismos, gracias a su inmenso poder directo e indirecto a través de académicos, periodistas y medios de comunicación, las condiciones que les resulten siempre más favorables.

Todo eso tiene un nombre: extorsión, o chantaje, como ustedes quieran. Y tiene también un resultado seguro: la sumisión de los gobiernos. Unas veces porque así lo aceptan sin más, cuando sus sicarios. Otras, como le ha ocurrido docenas de veces a gobiernos progresistas, sencillamente porque no disponen de poder suficiente para decirle Basta Ya a los banqueros y grandes inversores.

Poder ciudadano

Por eso no es suficiente con criticar a estos últimos gobiernos. Es ingenuo pensar que por el mero hecho de haber ganado unas elecciones se tiene capacidad para hacer frente a quienes detentan el poder monetario. Hay que disponer, además del gobierno, de otro poder, del poder de los ciudadanos y de las ciudadanas. Gobernar sin este último no sirve para nada. O mejor dicho, sirve, como hemos visto tantas veces y estamos viendo ahora en España o en Grecia, para caer derrotado ante los poderosos, para ceder y aceptar todas sus condiciones.

Cuando el poder de los ciudadanos y ciudadanas no existe o es insuficiente, como está pasando ahora en Grecia o en España, como ha pasado en tantos otros lugares, el dinero triunfa y siempre tiene los resultados que he comentado, la reducción de salarios y del gasto público y el desmantelamiento de los servicios colectivos, o lo que es igual, el deterioro de las condiciones de vida de las personas que no tiene fortunas.

Por eso es tan necesario generar ese otro poder, el de los hombres y mujeres que amamos la vida y no el dinero, que buscamos la justicia y no la ganancia, que queremos la paz y no la avaricia. Y ser conscientes de que aunque ellos hacen todo lo posible para evitar que nazca, y fusilan, secuestran, mienten, torturan y matan, también es verdad que nosotros perdemos también mucho tiempo y energías en balde. No deberíamos dejarnos derrotar tan fácilmente.

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