Lina Gálvez – Consejo Científico de ATTAC España

Las Naciones Unidas acaban de publicar el Informe de Desarrollo Humano 2010, que este año cumple veinte años y que con ese motivo hace un repaso de los factores que vienen haciendo que unos seres humanos vivan peor que antes mientras que otros disfrutan de más ingreso y bienestar.

En términos generales, el informe demuestra que se viene dando una mejora mundial en las condiciones de vida pero que ese avance es muy desigual y que muchos millones de personas se quedan rezagados. Se ha avanzado en esperanza de vida pero la brecha entre ricos y pobres sigue siendo abismal como demuestra que solo el 1% de las muertes infantiles se produzcan en países industrializados. Y es muy modesta la disminución en la mortalidad materna (solo un 5% desde 1990), como también lo es la del número de desnutridos y que viene a demostrar que, como dice el Nobel Amartya Sen, el problema no radica como a veces se dice en la escasez de alimentos sino en la de medios al alcance de los pobres para adquirirlos en un mundo en el que los ricos tienen de todo. El informe demuestra que en estos últimos 20 años ha habido un avance generalizado en educación y que ha aumentado a mayor velocidad entre las niñas que entre los niños, aunque no necesariamente en calidad porque los grupos de mayor renta o los niños están mejor alimentados, disponen de más medios y así aprovechan mejor sus estudios, ampliándose la brecha de capacidades que en realidad es la que resulta más determinante del bienestar.

También muestra el informe que el ingreso ha evolucionado mucho peor porque a diferencia de lo que ha sucedido con la salud y la educación, su disparidad se ha “profundizado considerablemente” y que “la distancia entre los países más ricos y los más pobres se ha transformado en un abismo”. Esto es lo que hace que las brechas en desarrollo y bienestar humano sean todavía gigantescas. Mientras haya países como Níger en donde más de siete de cada 10 personas encuestadas declararon que, en el último año, hubo momentos en que no tenían suficiente dinero para comprar alimento para su familia, la faz del mundo seguirá siendo terrorífica.

Por eso es muy importante que los gobernantes tomen nota de las lecciones que saca el Informe de las Naciones Unidas y que siempre caen en saco roto. La primera es que es imprescindible avanzar hacia la igualdad, la segunda que son imprescindibles políticas estatales potentes para frenar los desequilibrios que provoca el “capitalismo oligárquico”, como lo denomina el informe, de nuestros días. Y también algo que parece que nuestros gobernantes no terminan de entender: que no basta con el crecimiento económico, con hacer que suba el PIB. El Informe sobre el Desarrollo Humano de este año nos vuelve a mostrar la radiografía socioeconómica del mundo, como en ediciones anteriores, pero el de este año nos permite, además, comprobar que lo que están haciendo los gobiernos europeos, disminuir el gasto público social, desmantelar el estado, despreocuparse de la igualdad y dedicarse simplemente a favorecer la actuación de los oligarcas que dominan los mercados es ir justamente en la dirección contraria de la que sabemos que es la que puede permitir que la economía y la vida de las personas vaya mejor.

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