¿Hasta cuándo el engaño de la banca?

Lina Gálvez – Consejo Científico de ATTAC España

Toda la prensa internacional se hace eco estos días del necesario rescate de Irlanda cuya situación, a diferencia del caso griego en el que había habido una ocultación de las verdaderas cuentas públicas por parte del gobierno conservador que precedió al del socialista Papandreu, está más directamente relacionada con la conducta de la banca en estos años atrás y, más inmediatamente, con el rescate que finalmente hizo el gobierno de varios bancos. Aunque sin olvidar que ese comportamiento del sistema bancario de Irlanda no es ajeno a la política neoliberal que han seguido los distintos gobiernos irlandeses en estos últimos años, y que junto con la completa relajación del control de los movimientos de capital internacionales están en la base de las burbujas inmobiliaria y crediticia que explican la situación hoy día de sus bancos.

Cuando Irlanda adoptó esas medidas fue puesta como ejemplo de buena alumna por parte de los organismos y gurús internacionales que abogaban por la no intromisión del Estado en la economía, los impuestos bajos –sobre todo para los tenedores de capital-, y la desregulación de los mercados. Unas medidas que, aunque produjeron a corto plazo un gran crecimiento del PIB, lo que le valió al país el sobrenombre de “tigre celta”, llevaban en su seno el germen de una caída mucho mayor.

Un apelativo inapropiado porque, contrariamente a lo que la poderosa propaganda del capital internacional suele contar, el éxito de los llamados tigres asiáticos como Corea del Sur o el caso de China no se debió a que allí predominara el capitalismo neoliberal de Irlanda sino, por el contrario, a un fuerte intervencionismo público en los mercados.

La situación actual de Irlanda es especialmente sangrante, al menos, por tres razones.

La primera, porque Irlanda no solo fue tomada como modelo durante sus años de expansión, sino también cuando fue el primer país en imponer las medidas de austeridad que ahora se exigen a todos los países que pasan por problemas con su deuda. Un hecho que se está pasando por alto para ocultar que los recortes de gasto no solo no son la solución a la crisis sino, como demuestra el caso irlandés, la vía para agravarla.

La segunda, porque a finales del mes de julio se hicieron públicos los tests de estrés de las entidades financieras europeas y se dijo entonces que los bancos irlandeses no daban muestra alguna de debilidad.

La tercera, porque ahora se impone al pueblo irlandés una sobrecarga impresionante de impuestos y recortes sociales para hacer frente a la deuda que han generado los bancos sin que los banqueros ni las autoridades que impusieron las políticas que provocaron la burbuja o que pasaron por alto la verdadera situación de los bancos asuman la responsabilidad por los daños causados.

Las preguntas que habría que hacerse, es quién ha mentido, quiénes han consentido esa mentira y por último, cuántos más mienten. Los bancos españoles pasaron el examen de las pruebas de estrés con buena nota, pero quién dice que no mintieron también. Y si no mintieron por qué se da por hecho en toda la prensa internacional que España seguirá a Irlanda. Hay que exigir que paren ya de mentir porque la factura la volveremos a pagar los ciudadanos y no los bancos.




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