El trasfondo geopolítico del TTIP

Arsenal-nottip_baner-logo300px

David García

PACD Sevilla

Según la Comisión Europea, el tratado de inversiones y libre comercio (TTIP) tiene por objetivo crear un nuevo mercado transatlántico que conllevará a un crecimiento económico mayor y al incremento de las inversiones a ambos lados del Atlántico. Gracias al trabajo de las organizaciones sociales sabemos que el TTIP es mucho más que esto y que tendrá implicaciones mayores en nuestra vida cotidiana, afectando a temas como la seguridad alimentaria, la protección laboral, el medio ambiente e incluso a la democracia en sí misma. Sin embargo hay un aspecto todavía poco estudiado y que podrá tener repercusiones potencialmente devastadoras. Nos referimos aquí a las repercusiones que el TTIP y su hermano gemelo, el TPP tendrán sobre el resto del mundo: bienvenidos al nivel geoestratégico.

El FMI ha publicado para este año el PIB ajustado por paridad de compra (PPP). Por primera vez desde 1872 la primera posición de la lista no está ocupada por los EEUU. China emerge como la potencia económica nº1 a nivel mundial.

Este dato, que por sí solo no indica demasiado, se acompaña de otros más escalofriantes para las élites mundiales. En 2012 el Consejo Nacional de Inteligencia de los EEUU publicaba las previsiones para el índice multicomponente de Poder Global. Este índice marca de forma incontestable el declive de occidente (US y UE) y el ascenso fulgurante de China e India. De confirmarse estas previsiones estaríamos asistiendo a un cambio trascendental en la Historia. 500 años de dominio occidental estarían tocando a su fin y estaríamos por tanto asistiendo al inicio de una nuevo era.

Este estudio y otros anteriores,accesible al público en general, no han podido pasar desapercibidos para los, utilizando la terminología de Jean Ziegler, amos del mundo. No esperar una respuesta de estas mismas élites sería sencillamente una ingenuidad. Esta tendencia ya atisbada desde principios de siglo ha dado lugar a diferentes estrategias de respuesta, que hasta ahora no han conllevado a un cambio significativo de tendencia. E incluso desde el desmoronamiento del sistema financiero en 2008 esta no ha hecho más que acentuarse dada la salida en falso impulsada desde Occidente.

Teniendo en cuenta lo antes descrito, el TTIP forma parte de la respueta occidental al reto asiático. Es importante recordar aquí que la estrategia que sigue Estados Unidos es la de la Full Spectrum Dominance, incrementada pero no variada desde su origen, que incide en la superioridad absoluta de los EEUU y persigue evitar el ascenso de cualquier otra potencia que pueda poner en peligro esta situación. Visto desde esta perspectiva el TTIP conforma el ala occidental de un tratado mucho mayor y que engloba también al TPP (Tratado Transpacífico). Ambos junto con el no menos secreto tratado sobre los servicios (TISA) se ponen al servicio de mantener este status quo y crean un instrumento de enorme potencia dirigido contra las emergentes potencias asiáticas. Aunque este aspecto apenas es tenido en cuenta en la discusión que acompaña al TTIP, es sin lugar a duda uno de sus objetivos principales.

TTIP-TPP-TISA

Tras una primera mirada a estos acuerdos, dos elementos resaltan. El primero lo constituye sus ausencias. Los países del BRICS (el grupo de los países emergente y donde se engloban los rivales al poder occidental) no forman parte de los países negociadores, pese a su importancia económica y demográfica. En segundo lugar, solo un estado encuentra presente en los tres: los EEUU. Un tercer aspecto resalta al observar más atentamente la lista de países componentes. Todos ellos se enmarcan dentro del orden neoliberal del mundo que acepta la supremacía de los EEUU, lo que en sentido amplio podríamos denominar el mundo occidental (con países como México, Chile y Colombia en América Latina y Australia, Japón y Vietnam en el área pacífica). Esto se explica al comprender que una de las funciones primordiales de estos acuerdos no es crear solo consenso con respecto al comercio o a las inversiones, sino ser el elemento aglutinador del campo occidental.

Centrándonos en el TTIP este primer objetivo de cerrar filas es perseguido desde una doble vía:

  1. A nivel interno (dentro de cada estado miembro) el TTIP busca limitar la autonomía de decisión de los gobiernos. Dicho en otras palabras, limitar su soberanía y su libertad de acción. La vuelta de tuerca neoliberal que suponen el mercado transatlántico hace suponer que habrá revueltas al menos en algunos de los países más afectados. Grecia o España son ejemplos de países donde la gente puede comenzar a votar lo que no debe. Es por lo tanto conveniente que los estados (el nivel estatal es lugar donde tiene lugar la democracia) se vean constreñidos por acuerdos internacionales, que limiten su campo de acción. Aeste respecto hay que recordar que los tratados internacionales están colocados jerárquicamente por encima de la normativa interior de un país. Una vez adoptados, estos acuerdos limitarán a gobiernos díscolos que tendrán márgenes de maniobra muy limitados. En este ámbito una nueva herramienta del TTIP como es el Consejo de Cooperación Regulatoria (CCR) creará un órgano transatlántico compuesto por funcionarios no elegidos que podrá paralizar proyectos de leyes a „cualquier nivel“ (local, regional o nacional) que pudieran tener un efecto negativo sobre las cuentas de las grandes corporaciones. Es fácil entender que este órgano coloca bajo tutela „transatlántica“ (lo que en la práctica significa los EEUU) a todos los gobiernos nacionales, y podrá impedirles legislar. El término de afectación a costes empresariales que es el que justifica la intervención del CCR es tremendamente vago, y podría ser utilizado para prácticamente paralizar cualquier proyecto de ley. En este sentido, la afirmación de Slavoj Zizek del fin del matrimonio entre capitalismo y democracia cobraría un sentido mucho más real. El TTIP vacía las democracias limitando el margen de accion de sus gobiernos y sus Parlamentos, que son los únicos organismos elegidos democráticamente y que es el lugar donde se reproduce el juego democrático, trasladando el poder real a una especie de junta transatlántica semisecreta.
  1. A nivel de bloque, (los países integrantes unos con respecto a los otros) el TTIP abre vías para disciplinar países tremendamente efectivas. Así, el ISDS permite a las multinacionales atacar económicamente a cualquier gobierno que cambie políticas con el argumento de que afecta a beneficios legítimamente esperados (lucro cesante). Serán en consecuencia las grandes corporaciones, las que hagan aquí el papel de gendarmes controlando la política de los países y vigilen su ortodoxia liberal. No esperar que las multinacionales trabajen en connivencia con sus estados respectivos a la hora de limitar la voluntad popular demostraría de nuevo un alto nivel de ingenuidad. La justicia privada que se instaurará para reglar estos diferendos no puede dar (visto que estos tribunales serán formados abogados de negocios, que tienen un alto grado de colusión de intereses con las grandes corporaciones,) ninguna garantía de imparcialidad. Pero este sucedáneo de justicia estará en situación de imponer multas a los estados que pueden alcanzar los miles de millones, lo que será sin duda un chantaje permanente a gobiernos legítimos. Para visualizar más claramente este mecanismo pongamos como ejemplo un país digamos díscolo que legisla en favor de sus ciudadanos o que no quiere seguir la línea oficial de sanciones contra terceros. Este país podría ser acusado por una multinacional por un asunto que no tenga directamente que ver con la política controvertida. Como los tribunales privados que llevan estos litigios serán fácilmente influenciables y las condenas elevadísimas, se crea una vía para poder chantajear a cualquier país que no siga la línea establecida. Aunque el TTIP todavía no está en vigor, el affaire Mistral y el caso BNP-Paribas podría ser un ejemplo de lo que se avecina a países „insumisos“. Aunque por supuesto no es oficial, resulta difícil no ver una relación entre la elevadísima multa impuesta por tribunales estadounidenses a BNP-Paribas y la negativa inicial de Francia a dejar de cumplir su contrato de suministro del barco de desembarque Mistral, que había sido pagado en su totalidad (finalmente Francia se plegó a las exigencias norteamericanas y si el contrato no es finalizado, no sería de extrañar que se produjese una rebaja o compensación por otras vías a Francia). Así, si un país no sigue la línea marcada X, podría se acusado por cualquier multinacional por cualquier otro asunto Y, aunque estos no tengan ninguna relación. Como los tribunales del ISDS no presentan ninguna garantía de independencia, estos podrían ser presionados para dictar sentencias contra los recalcitrantes, obligándolos por la vía económica a reconducir políticas.

    Este riesgo es extremadamente alto, pues en situaciones como las que se avecinan de fuertes tensiones con potencias de los BRICS resultará necesario poder disciplinar a aliados que han actuado hasta ahora con relativo margen de maniobra. Sobre todo, si algunos de entre ellos tienen reservado el dudoso honor de tener que actuar como peones sacrificados en este juego de ajedrez. Sin duda, esto medidas disciplinarias se verán fortalecidos porque el papel de guardián de la ortodoxia lo jugará EEUU (con su enorme capacidad de presión), pues el TTIP crea mecanismos que permitirán a EEUU intervenir directamente (vía Consejo de Cooperación Regulatoria) e indirectamente (vía corporaciones que acusen a gobiernos) en los asuntos internos de la política soberana de un país. Si bien se puede argumentar que esto no es nuevo, lo realmente innovador es que esto podrá llevarse a cabo de „modo totalmente legal“. Es más, la presión no tendrá que ser ejercida directamente por los EEUU. Se podrá utilizar a organismos internacionales o a multinacionales para llevarla a cabo, con los EEUU como garante del cumplimiento de los estados.

A nivel externo el TTIP-TPP es la punta de lanza de un movimiento estratégico liderado por los EEUU para mantener bajo su égida la supremacía mundial del capitalismo neoliberal de corte occidental. Es evidente que „Occidente“ ha de entenderse como modelo más que como una localización geográfica. En este sentido, Australia pero también Japón, Vietnam, Chile o México entran en esta definición de Occidente. En palabras de Timothy Garton Ash, una forma de ver el TTIP-TPP es como „the Widest West Web“ o, dicho de otra manera, „everyone but China“ (todos menos China). Sin embargo y por su evidente peso militar, Rusia también está en el campo a batir.

Una vez establecida la disciplina interna como ya se ha indicado, el tratado puede perseguir los objetivos de „disciplina externa“ para con el resto del mundo o expresado de otra manera, de mantenimiento del status quo actual. Para ello contaría con una poderosa arma, pues de conformarse el bloque TTIP-TPP, este englobaría en torno a un 75% del comercio y del PIB mundial. Esto permitiría tomar decisiones dentro del bloque sin apenas resistencias y sin tener en cuenta los intereses de los países externos, reglas que posteriormente se impondrán a los países que queden fuera del bloque. Legislar a voluntad las reglas del juego del comercio mundial es determinante en la estrategia hegemónica y por ello un objetivo marcado del TTIP-TPP. Conseguirlo forzaría a China a tener que aceptar estas normas de comercio impuestas por Occidente y aseguraría el control sobre el gigante asiático. Y doblegaría, o al menos contendría de forma efectiva a Rusia, al poder aislarla económicamente.

Efectos del TTIP sobre Europa

Antes de poder determinar los efectos sobre Europa, se hace necesaria una puntualización importante. Si bien el gran capital y las poblaciones rara vez tuvieron los mismos objetivos e intereses, tras la renuncia al contrato social realizada por las clases pudientes en Europa a partir de los años 80 y la consecuente ruptura de la sociedad en una élite todopoderosa del 1% y un 99% perdedor de este proceso, esta divergencia ha pasado a ser diametral. Por lo tanto un análisis de los efectos del TTIP ha de tener en cuenta esta realidad.

Para el poder establecido el TTIP presenta grandes ventajas, pero también enormes riesgos. Son estos los que hacen que la opinión en este grupo social no sea tan unánime como cabría esperar. El TTIP representa a nivel interno ni más ni menos que la toma irrestricta del poder de las sociedades por las corporaciones. Los gobiernos tendrán (no en la teoría pero sí en la práctica) limitado su poder de actuación e incómodas normas y regulaciones (las llamadas barreras no tarifarias) serán progresivamente eliminadas. Como bien dice la Comisión Europea, el TTIP es un „tratado vivo“. Además sectores fundamentales como los servicios públicos serán privatizados (aunque este paso se hará fundamentalmente al acuerdo TISA, que actualmente se está negociando en secreto fuera del marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Si bien las ventajas son evidentes, a nivel geopolítico los riesgos para este grupo en Europa son de trascendental importancia.

La ex-Secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton calificó el TTIP en una conferencia en la Brooking Institution como una OTAN económica. Con ello debemos entender que es en el funcionamiento y no en la estructura donde la problable próxima candidata a la presidencia de los EEUU puso el acento. A nivel interno, la OTAN no es una agrupación de países con el mismo peso y poder de decisión para sus miembros, sino de hecho una agrupación de países subordinados al orden estadounidense. Es esta arquitectura la que quedará repetida con el TTIP colocando a EEUU en una posición cómoda para controlar nuestro continente, habida cuenta del seguidismo rayano en la sumisión de importantes países de la Unión Europea. El mismo efecto habrá de producir por su parte el TPP en su área de influencia, con los EEUU como único país „bisagra“ miembro y dirigente de los dos bloques comerciales. De esta manera el centro decisional quedará centrado en Washington, jugando el resto de los países el papel de vasallos o peones. Una demostración clara de lo que aquí se quiere significar es la actual situación y el papel que está jugando la UE en el conflicto ucraniano, donde es esta la que corre con los riesgos y con los costes, mientras la dirección queda situada allende el Atlántico. Ejemplo parecido lo ofrece Francia el Mistral francés, con los enormes costes económicos y de prestigio que tal decisión traerá consigo para la independencia francesa. Estas son las razones que explican las resistencias (pese al apoyo político aparente) que se están dando en el empresariado francés y alemán a la política de sanciones contra Rusia. En Alemania son incluso grandes personajes como los ex-cancilleres Schmidt y Schröder los que hacen visible su desapego a la política seguida por la canciller Merkel. Hasta ahora pese a todo, las presiones estadounidenses han conseguido mantener una apariencia de consenso. Pero la unanimidad está lejos de ser conseguida.

Sin lugar a dudas, con el TTIP Europa perderá autonomía y reforzará su papel de „objeto“ político quedando como „sujeto“ la parte norteamericana. Este acuerdo es un mecanismo extremadamente potente, todavía desconocido en todas sus consecuencias, que llevará a los EEUU a ejercer un control férreo sobre sus aliados tanto europeos como del área del Pacífico por vía del TPP a los que utilizará como medio para controlar y contrarrestar el ascenso de potencias emergentes. Como en toda guerra (comercial o real) los sacrificados son los peones que protegen al rey. El TTIP-TPP deja claramente determinado quien es quien en este juego de poder.

Para las poblaciones europeas, a diferencia de sus élites, la decisión de oponerse a las negociaciones debe estar clara desde el principio. El TTIP impone a nivel interno el infierno neoliberal, mientras que coloca a Europa en el terreno de juego de las disputas en la que no podrá actuar libremente sino como subordinada. El coste a pagar lo acarreará el pueblo, tanto si el bloque „occidental“ se impone como si lo deja de hacer. Este tratado no pretende solo eliminar los derechos adquiridos, sino que ataca los fundamentos de la democracia misma y coloca a los países europeos en situación de tensión permanente y riesgos enormes.

CONCLUSION

La Comisión Europea define al TTIP como un „tratado muy ambicioso“. Por una vez tiene razón. El TTIP es un tratado de una trascendencia descomunal para nuestras sociedades, que nos afectará a todos y cada uno personalmente, diariamente y en areas muy diversas. Por definirlo de alguna manera, es un acuerdo multinivel que posee, a nivel interno, la capacidad de alterar de modo mayor la arquitectura de la sociedad y por tanto la democracia en sí misma, y, a nivel externo, el objetivo de reorganizar de forma coercitiva el orden internacional para consolidar el orden neoliberal del mundo bajo control occidental.

Más allá de medidas concretas que alarman con razón a la población pero que no suponen más que una distracción del verdadero peligro, los estados nacionales firmantes quedarán vaciados de poder real de decisión por medio de la coacción a nivel judicial (ISDS) o por la paralización legislativa (Consejo de Cooperación Regulatoria). En su modo „externo“ el TTIP organiza una OTAN económica que junto al TPP jerarquiza el „mundo occidental“ bajo el control directo de los EEUU al objeto de neutralizar mediante una nueva estructura mundial del comercio el ascenso de los países del BRICS, especialmente el gigante económico chino y el poder energético y militar ruso.

Por último, en el ámbito europeo, el TTIP significa la vasallización voluntaria y definitiva de Europa a los intereses norteamericanos. Esta paradoja, que se produce no sin reticencias en el seno de los grupos de poder, se explica porque las grandes multinacionales (auténticos ganadores del tratado) y las élites que las dirijen han dejado de ver en sus estados respectivos el garante principal de sus intereses. En cierta medida han dejado de ser „ciudadanos nacionales de sus países“ para devenir „ciudadanos occidentales“ entendiendo Occidente como aquel espacio donde domina el orden neoliberal regido por el capitalismo financiero. Defender este „espacio“ y su hegemonía mundial conforma el objetivo final del TTIP-TPP. Que en este espacio no cabe la democracia, debería resultar evidente. Como Susan George afirma, este tratado es un animal peligrosísimo. Hay que acabar con él en su totalidad. Luego será la hora de que empecemos a pensar por quiénes estamos siendo gobernados y cuales son los verdaderos intereses que defienden.


http://euobserver.com/economic/127081

http://deutsche-wirtschafts-nachrichten.de/2015/01/03/schachzug-gegen-die-usa-russland-raet-eu-zum-ausstieg-aus-dem-ttip/

http://www.vineyardsaker.fr/2015/01/05/debarrassez-vous-des-etats-unis-et-rejoignez-lunion-economique-eurasienne-l-etonnante-proposition-russie-lunion-europeenne/

Una fuente en castellano:

http://elrobotpescador.com/2015/01/05/la-sorprendente-propuesta-de-rusia-a-europa-que-podria-cambiar-la-faz-del-mundo/ 




ATTAC, asociación sin ánimo de lucro, denuncia que el pasado 5 de noviembre fue publicada en el BOE la Ley 21/2014, de 4 de noviembre, por la que se modifica el texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, y la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, en virtud de la cual la reproducción total o parcial, así como la descarga del material de esta página es susceptible de ser gravado por un canon a cobrar por CEDRO, en contra de nuestra voluntad, y por tanto solicitamos su inmediata derogación.


ATTAC Andalucía no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.