Crisis financiera, rescates bancarios y paraísos fiscales

Juan Hdez. Vigueras - Consejo Científico de ATTAC España

Los ciudadanos menos afortunados se ven amenazados por una reducción de su nivel de vida, mientras los gobiernos anuncian medidas contra la recesión económica desatendiendo las causas originarias. Y de este modo los problemas de la economía real, con su secuela de paro y expedientes de regulación de empleo, tapan con frecuencia la crisis financiera, que incluso la olvidan aquellos que han perdido parte de sus ahorros en bolsa o han visto devaluado su fondo privado de pensiones. Y es que la realidad y profundidad de esta crisis financiera se ha venido ocultando bajo los sustantivos turbulencia, tormenta, terremoto, tsunami, marejada u otros aplicados a la volatilidad e inestabilidad de las bolsas desencadenada por los impagos de las hipotecas sin garantías (subprime mortgages) en los EEUU; unos sustantivos que no resultan inocuos ni inocentes sino que nos trasladan la idea soterrada de la imposibilidad de su control y, por tanto, de cualquier responsabilidad política en su gestación, como si de un fenómeno de la naturaleza se tratara.

De ahí que las medidas gubernamentales europeas de reactivación económica comenzaran con ayudas a la banca que tenían como finalidad primordial impedir el colapso del sistema; y que ningún gobierno haya adoptado todavía medidas que se enfrenten al dominio de los mercados financieros sobre la economía real.

La opacidad de los paraísos fiscales, causa de la crisis financiera

Ya en Agosto 2007, tras el colapso de los títulos respaldados por las hipotecas subprimes, como una de las causas de la crisis financiera y económica surgía la utilización de la opacidad de los centros offshore, con la quiebra de los dos hedge funds propiedad del banco Bear Stearns, rescatado luego en Marzo 2008 por Wall Street. Esos dos fondos del entonces quinto banco de inversiones del mundo, que estaban registrados en las Caimán, eran simplemente dos «letterbox companies», dos compañías materializadas por un simple buzón de correos; y a estos fondos de alto riesgo se les concedían préstamos apalancados, es decir, con un endeudamiento superior a su capital, para que especularan con valores respaldados por hipotecas de alto riesgo.

Y el pasado Abril, la Comisión del Tesoro del Parlamento británico abría una encuesta sobre el papel de los centros offshore, los llamados paraísos fiscales, en la actual crisis de los mercados financieros globales. Exactamente diez años después de aquellas investigaciones sobre la regulación financiera de los centros offshore, promovidas por el primer gobierno Blair y de cual era entonces Ministro de Hacienda George Brown, el actual primer ministro, cuyas conclusiones fue incapaz de aplicar ese mismo gobierno.

Para Julio, la investigación parlamentaria había recogido las aportaciones de 27 entidades, entre ellas Tax Justice Network, pero la mayoría eran de representantes de los intereses de los paraísos fiscales offshore. Del lado del negocio offshore, la posición está resumida por la agencia Jersey Finance Limited al sostener que «no hay ninguna prueba teórica o práctica que sugiera que los centros offshore amenazan la estabilidad financiera. Jersey cumple o excede todos los estándares internacionales pertinentes para la estabilidad y la transparencia esperadas por los principales centros financieros del mundo» Muy al contrario, los informes de Universidades, ONGs y asociaciones (una parte importante del volumen digital de 626 páginas disponibles en Internet) destacan los procedimientos y mecanismos opacos bancarios en los centros offshore.

En primer lugar, las sociedades y fundaciones registradas en los centros financieros para no residentes conocidos como paraísos fiscales, se utilizan fácilmente para desvincular la propiedad de los instrumentos financieros offshore de sus entidades matrices en el país de origen, situando activos financieros fuera de su contabilidad y obteniendo calificaciones del crédito más elevadas. Es la principal conclusión del estudio presentado por los profesores Palan y Nesvetailova de la Universidad de Birmingham, que ilustran con el estudio de la quiebra del banco británico Northern Rock, nacionalizado por el gobierno con su entidad Granite domiciliada en Jersey de tal manera que nadie sabía con seguridad si Northern Rock tenía que asumir la responsabilidad de los 50,000 millones de libras en deudas de esta «filial» porque legalmente era un ente independiente.

En segundo lugar, aseguran que esta opacidad del negocio offshore genera un problema de proporciones sistémicas, dado que esa relación tan particular se repite en miles y miles de los llamados «conduits» (conductos) o SPVs (instrumentos con fines específicos), una diversidad de entidades instrumentales establecidas en centros financieros extraterritoriales que han permitido realizar operaciones bancarias y financieras segregadas de la contabilidad oficial y, por tanto, no sometidas al control de ninguna autoridad. Es el denominado «sistema bancario en la sombra» (the Shadow Banking System) que identifica todo un sector bancario subalterno de la gran banca, surgido de la desregulación, que abarca una variedad de operadores, instituciones e instrumentos todos ellos opacos, como los hedge funds o fondos especulativos de alto riesgo, que se han desarrollado a lo largo de la última década en el sistema financiero internacional con apoyo en los paraísos fiscales. Precisamente a esta banca oculta y descontrolada hacía una amplia referencia en Julio 2008 el representante de la Asociación Española de Banca, en un Encuentro organizado por Caja Madrid bajo el título «Crisis Subprime: Externa y Extraña al Sistema Bancario Español», para negar que la crisis subprime hubiera afectado a los bancos españoles, aunque por supuesto ni se mencionó ni se negó que la banca española hiciera uso de filiales y sociedad registradas en paraísos fiscales donde no tiene actividad bancaria, como es notorio.

El debate se reaviva en Europa

Desde luego la crisis financiera ha reavivado el asunto de los paraísos fiscales en Europa. El pasado octubre ante el Parlamento europeo en Estrasburgo, el presidente semestral de la Unión, Nicolás Sarkozy decía que contaba «con el apoyo de Luxemburgo para que la arquitectura financiera sea profundamente reconsiderada en el exterior y en el interior de nuestro continente», invitando al Gran Ducado, conocido por su secretismo, a dar ejemplo en materia de reforma del sistema financiero y de transparencia. Sin embargo, Luxemburgo como pilar básico del poder fáctico del «offshore» en la UE no parece estar por la labor. Para empezar, no acudió a la reunión de ministros y representantes de 18 países de la OCDE en Paris el 21 de octubre, convocada por Francia y Alemania para debatir el problema de los paraísos fiscales; como tampoco acudieron Austria, Suiza ni los EEUU u otros relevantes miembros. Aunque los asistentes produjeron un comunicado conjunto afirmando que todos ellos «favorecen la acción contra las jurisdicciones cuyo marco legal y administrativo facilita el fraude y la evasión fiscal»

Ciertamente, para salvar la cara ante los electores, algunos líderes europeos pretenden reactivar el proyecto de la OCDE contra los paraísos fiscales, un proyecto que estaba muerto y olvidado hace años. Y al mismo tiempo pretenden ignorar que, además de Luxemburgo, también Suiza, Liechtenstein, Mónaco, Jersey o la isla de Man están profundamente insertados en la estructura jurídica y financiera de la UE aunque no sean miembros de pleno derecho, con las consecuencias que hemos analizado en nuestro libro La Europa opaca de las finanzas (Icaria, 2008) Dicho de otro modo, los gobiernos europeos de derecha e izquierda no solamente toleran las filiales y las sociedades offshore, como en el caso de los bancos y cajas de ahorro españolas, sino que las medidas para rescatar a los bancos están actualmente financiando mecanismos bancarios que defraudan las Haciendas nacionales, además de amparar vías para el blanqueo de dinero sucio y para las grandes operaciones financieras transnacionales sin transparencia.

La falacia de la regulación financiera

Un ejemplo de la política oficial dominante ha sido la confusión que alimentó la frase tan mediática de Sarkozy de «refundar el capitalismo» (transformada luego en «reforma del sistema financiero internacional») sobre el alcance de la cumbre del 15 de Noviembre en Washington. Pese al lenguaje poco inteligible para muchos ciudadanos, la declaración final se resume en tres enunciados como son la regulación de los mercados financieros; la supervisión y la transparencia financieras; que implicarían la total desaparición del negocio offshore y de la banca en la sombra. Pero esos enunciados de Washington que siguen vírgenes ya estaban en el olvidado programa de la presidencia francesa para la UE en este semestre: «Las turbulencias actuales, que comenzaron en el verano de 2007, – decía el documento francés de julio pasado – han puesto de relieve la imperiosa necesidad de reforzar la estabilidad y la transparencia del sistema financiero y corregir sus disfuncionamientos (…), y la instauración de una supervisión adecuada de los grupos financieros transeuropeos»

Y la reunión informal del Consejo europeo, previa a la de Washington, aprobó un primer principio diciendo que «ninguna institución financiera, ningún segmento del mercado, ninguna jurisdicción debe escapar a una regulación proporcionada y apropiada o, al menos, a la vigilancia» Lo de «jurisdicción» aludía a los paraísos fiscales que no quedaban mencionados por escrito; aunque tanto Sarkozy como luego Zapatero proclamaran su disposición a combatirlos. Pero tampoco se les menciona en la declaración de Washington, a los que se alude entre las medidas a medio plazo que han de «proteger el sistema financiero global de las jurisdicciones con falta de cooperación y la falta de transparencia que plantean riesgos o actividades financieras ilícitas». Son muestras de mera retórica que oculta la ausencia de voluntad política para acabar con la desregulación financiera y el subproducto de los paraísos fiscales.

Porque las referencias en el documento de Washington al compromiso de mejorar la supervisión financiera tampoco cuestionan los presupuestos de un sistema globalizado, que permite que el impago de una hipoteca en Michigan haya significado la pérdida de los ahorros de un pequeño comerciante gallego. Porque no se trata únicamente de la laxitud del supervisor estadounidense que no controló los activos financieros ligados a las hipotecas sin garantías sino de reconsiderar la globalización financiera que, al desmantelar los controles bancarios de los Estados durante la década de los noventa, ha generalizado la libre movilidad internacional del capital como principio organizativo. Y la UE es el caso extremo porque frente a las operaciones financieras transnacionales, la supervisión bancaria y de las bolsas solamente existe en cada país; y a los Estados miembros se les prohíbe introducir cualquier restricción en los movimientos de fondos extracomunitarios. Por tanto, la Unión tendría que empezar por replantearse su autodefinición como «espacio financiero» sin fronteras para el capital y sin supervisor para operaciones bancarias extracomunitarias.

Los rescates bancarios mantienen las redes offshore

Hasta la fecha ninguna medida gubernamental anticrisis ha cuestionado el funcionamiento actual del crédito bancario y de los mercados financieros. El rescate de bancos y entidades inyectándoles dinero público, prestándoles la garantía del Estado o nacionalizándolos, sea en los EEUU o en la UE, pretende ser solo un remedio de emergencia para evitar el colapso de un sistema que carece del control de los Estados; pero que socializa las pérdidas aunque no haya servido para desbloquear la paralización del mercado interbancario del crédito o para reactivar la economía real.

Más aún, todos los casos conocidos de bancos recatados de alguna manera con dinero público tienen filiales en paraísos fiscales. Además de los bancos mencionados Bear Stearns y Northern Rock, el banco alemán IKB tenía una filial en el Estado de Delaware, paraíso fiscal que no figura en la lista de la OCDE y otra filial en la Isla de Jersey; y de modo similar el West LB, el Sachsen LB, el Hypo Real Estate; el ING holandés; el franco belga Dexia o el conglomerado asegurador AIG de los EEUU y demás casos documentados en www.laeuropacadelasfinanzas.como y asimismo en www.redjusticiafiscal.org

Pero lo más significativo de esta política compartida en la UE es que los gobiernos mantienen las redes offshore de los bancos rescatados con dinero público sin exigirles que desmantelen unas filiales en paraísos fiscales destinadas a la evasión y al fraude fiscal, aparte de que violan el cacareado principio regulador de la competencia leal entre los operadores del mercado. Veamos, si no, brevemente tres casos relatados en los sitios webs referenciados, y que denuncian las políticas gubernamentales que pretenden superar la crisis sin abandonar el paradigma del casino financiero donde ningún jugador conoce las bazas del contrario:

1) El pasado 13 de Octubre el Royal Bank of Scotland (RBS) fue incluido en la operación de rescate de la City por el gobierno laborista de Gordon Brown, que asumió parte de su recapitalización en forma de adquisición de acciones preferentes (sin derecho a voto) Y por su relevancia institucional, una investigación del periódico escocés Sunday Herald revelaba que tras la nacionalización «el RBS Group, una de las llamadas `joyas` de la economía de Escocia, tiene sociedades de cartera beneficiarias con al menos 128 sociedades registradas en paraísos fiscales, según su informe anual; incluidas en esos holdings están 62 sociedades de las isla Caimán, 29 en Jersey, 11 en Guernesey, 7 en las islas Vírgenes Británicas y 4 en las Bahamas» Y además de subrayar la vinculación de la crisis financiera con los paraísos fiscales, denunciaba que » aunque ha tomado una cuota accionarial importante en los principales bancos, el Reino Unido no ha cuestionado la utilización de los paraísos fiscales offshore que han jugado un papel tan importante en la turbo-alimentación de la burbuja crediticia» y que » la red de operaciones bancarias offshore que han hecho perder millones de contribuyentes, si no miles de millones de ingresos tremendamente necesarios, está aún en activo, ahora financiada por el contribuyente británico» añadiendo: «Sí; estamos pagando a los bancos para que dejen de pagar impuestos en el Reino Unido»

2) El banco belga-holandés FORTIS, número veinte del mundo en 2007, es un ejemplo típico, además, de la ignorancia con que se gestan los rescates por los gobiernos europeos ante la crisis bancaria junto con la impotencia comunitaria. Tras una primera inyección financiera, cinco días más tarde se adoptaba un nuevo acuerdo de rescate consistente en el reparto de la propiedad del banco entre Holanda, Bélgica, Luxemburgo y el banco francés BNP Paribas que se quedaba con otra parte.
Pero en este como en otros casos no se ha perturbado a la llamada banca privada o de gestión de grandes fortunas que es una de las actividades bancarias florecientes en Europa. En Septiembre de 2008 cerca de doscientas compañías integraban la organización bancaria y de seguros de Fortis, según una de sus numerosas webs. Como organización global, casi todas bajo la denominación de Fortis Bank o Fortis Investment domiciliadas en diversos países, que además de Luxemburgo, incluyen Suiza, la Isla de Man, Mónaco, Curaçao (Antillas holandesas) y Guernesey, paraísos fiscales notorios por su secretismo. Más aún, el periódico holandés Volskrant (7/10/2008) comentaba los dossiers acumulados por el Ministro de Finanzas con la adquisición de Fortis Bank Netherland y ABN Amro Bank Netherland, propiedad de Fortis, que registran cuentas de dinero negro de holandeses en las filiales de ABN Amro en Suiza y Luxemburgo.

3) Finalmente, el Fondo de adquisición de activos financieros constituye otro ejemplo de cómo se ayuda a la banca sin exigirle transparencia y lealtad a las normas legales que garantizan el mercado. El Gobierno español ha recurrido a transferir dinero público a la banca, comprándole sus activos financieros, confiando en que sea el mercado quien reactive con créditos una economía en recesión, víctima del dominio de las finanzas y de la especulación inmobiliaria, porque en la pasada década España se quedó sin banca pública que fue privatizada.

Y en la primera subasta del pasado 20 de Noviembre se repartieron 2,115 millones de euros entre los bancos y cajas de ahorro no identificados públicamente que vendieron instrumentos financieros como cédulas hipotecarias y bonos de titulización que tenían su poder. Y gracias a la prensa sabemos que el Banco de Sabadell recibió 150 millones de euros por la venta al gobierno de un buen lote de sus activos financieros, que pudieran provenir de las 56 sociedades del Grupo Banco Sabadell que, según su Memoria de 2007, incluye 11 bancos y sociedades domiciliadas en paraísos fiscales de la lista de la OCDE como Andorra (4), las Bahamas (1), Mónaco (1), Las Caimán (2) y también en Luxemburgo (3) El más popular dentro de este Grupo quizás sea el BancSabadell de Andorra que ofrece servicios a sus clientes para la gestión de grandes fortunas, además de una selección de fondos internacionales de inversión, como informa su web oficial.

Por tanto, como la mayoría de estas entidades financieras del complejo grupo bancario emiten valores bajo la marca Banco Sabadell, surgen serias dudas de que el gobierno español haya comprado activos financieros del Banco Sabadell de Andorra, Sabadell d´Andorra Borsa, Sabadell d´Andorra Inversiones Sociedad Gestora, S.A, Banco Atlántico Bahamas Bank & Trust Ltd, Sabadell International Capital de las Caimán u otros registrados en notorios paraísos fiscales.

En resumen, podemos afirmar que los actuales rescates bancarios europeos ofrecen dos conclusiones.

La primera, ya demostrada aquí, es que esos planes gubernamentales no han intentado siquiera la modificación de la operativa financiera que utiliza «el sistema bancario en la sombra» para centrifugar riesgos apoyado en los paraísos fiscales y permitiendo el funcionamiento opaco de bancos y hedge funds. Más aún, las inyecciones financieras, las nacionalizaciones y los rescates bancarios conocidos han mantenido sus filiales en Jersey u otros centros offshore, a través de las cuales operan con ignorancia de las autoridades supervisoras nacionales e incluso de sus propietarios, a veces. Y todas las declaraciones gubernamentales contra los paraísos fiscales se ven desmentidas por los hechos.

La segunda es que la intervención de los gobiernos europeos y los planes de avales estatales para el endeudamiento bancario no han logrado restablecer la confianza en el funcionamiento del sistema bancario, que era su propósito político declarado. La libertad de movimientos extracomunitarios de fondos y valores en mercados globalizados ha permitido la penetración en la Unión de los valores llamados ahora tóxicos, devaluados, que contaminan y generan desconfianza entre los bancos y entidades por la imposibilidad de conocer la realidad de su solvencia. Porque fuentes bien informadas aseguran que solamente se han contabilizado un tercio del total de pérdidas contables (writedowns) ligadas a las hipotecas subprimes quedando aún el resto por amortizar en las carteras de los bancos (Eric Daniels, el primer ejecutivo del banco británico Lloyds TSB en el Financial Times, 2/12/2008)

De ahí que los gobiernos hayan optado en los últimos meses por hacer pública una garantía global sobre el sistema bancario sin introducir medidas correctoras que garanticen la fluidez del crédito a empresas productivas y particulares. Lo que significa el reestablecimiento de un principio básico de las finanzas globales como es el llamado riesgo moral o inducido que permite que la gran banca asuma riesgos desmesurados en el bien entendido que el dinero público estará siempre disponible para su salvación. Es el significado del reciente rescate del Citigroup tras el «error» de haber permitido la quiebra de Lehman Brothers.

Por tanto, algunos pensamos que la superación de la crisis financiera pasa necesariamente por el desmontaje de ese sistema bancario paralelo y opaco para mercados financieros globales y desregulados, que incluye la desaparición del negocio offshore. Lo que significaría la recuperación del control de la situación por parte de las autoridades estatales y la introducción de regulaciones que pongan orden en los mercados del dinero y permitan a los gobiernos un control real de sus políticas económicas.

Artículo publicado en la revista El Viejo Topo. Enero 2009. Núm. 253




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