Cajas sin encajar

José A. Pérez TapiasGranada Hoy

Las asociaciones de ideas son libres y las mías han conectado las noticias sobre movimientos en el mundo financiero andaluz, también buscando tablas de salvación en otros lugares de España, con aquella frase del insigne politólogo granadino don Francisco Murillo Ferrol: “Si el andaluz rico piensa en Madrid y el andaluz pobre piensa en Barcelona, ¿quién piensa en Andalucía?”. La realidad de nuestra tierra, con décadas de autonomía gracias al Estatuto posibilitado por la Constitución de 1978, y reformado en 2007, queda lejos de aquélla que era contexto de tan citada interpelación. No obstante, salvando distancias, el interrogante mantiene su pertinencia.

Son conocidos los motivos de la dirigencia de Caja Granada al acometer una “fusión fría” con otras cajas de ahorro –de carácter levantino, con lo que de ventaja pueda tener, como es el caso de Caixa Penedès, Caja Murcia y Sa Nostra, de Baleares-, bajo la figura de un Sistema Integral de Protección que asegure solvencia a la vez que la conservación de la identidad de cada una. Se han formulado compromisos en cuanto a puestos de trabajo y oficinas. Es encomiable el esfuerzo tras lo mejor para la entidad y, con ello, para Granada. Ahora bien, no hay que dejar de oír las advertencias sobre “fusiones frías” que pueden acabar calentándose, en tanto que sistemas inciertos para solucionar problemas, según ilustra la prensa económica. Hay quien ve en ese invento un alto riesgo de “bancarización” de las cajas.

Siendo así, no es de extrañar que el Presidente de la Junta de Andalucía proponga tomar el asunto con sosiego. No es cuestión menor la de si se mantiene o no proyecto alguno respecto a lo que sea un sistema financiero andaluz, articulado con el del resto de España, pero con polos de decisión de cierta potencia en el territorio de la Comunidad autónoma. No plantearlo puede suponer vía libre a formas de neocolonialismo.

Y cuando el Presidente de la Junta pide que alguien le explique qué es lo cuestionable del modelo de cajas de ahorros –supuesto que se corrija todo lo que se ha de corregir-, como sociedades de responsabilidad social corporativa enraizadas en el territorio, está preguntando sobre un proceso de reforma que puede llevar a convertirlas en bancos o a entregarlas a éstos.

Ya sabemos lo que propone el Banco de España o hacia dónde apuntan las presiones de la UE y el FMI. Quizá estemos ya fuera de tiempo, pero si visto todo se concluye sólo que estamos ante una cuestión en la que se dirime si centralismo (de la Junta) o defensa de los intereses locales, es que no se ha mirado en profundidad este ir y venir de cajas que buscan encaje.




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