Hoja de ruta urgente para una salida antineoliberal

indignadosArmando Fdez. Steinko – Consejo Científico de ATTAC.

1. La materia prima para la construcción de un bloque antineoliberal está compuesta por un número importante de actores diversos. Están repartidos de forma desigual por la geografía, las clases y los estratos sociales (juventud etc.), tienen formas distintas de interpretar o de priorizar los problemas y las salidas, utilizan lenguajes que no son los mismos e incluso tienen posiciones encontradas en algunos temas importantes. Pero tienen funcionalidades complementarias de forma que son insustituibles para la conformación de dicho bloque y ninguno de ellos es intercambiable por los demás. Forman, por tanto, un mosaico más que una jerarquía de actores. Son los siguientes:

a.) las organizaciones políticas con vocación antineoliberal. Se dividen en:
•a-1: organizaciones antineoliberales de “ámbito estatal”
•a-2: organizaciones antineoliberales de “ámbito territorial”

b.) la ciudadanía activa fuera de las organizaciones políticas. Se dividen en:
•b-1: los miembros pasivos de las ONGs a los que se suman sus miembros más activos y constantes
•b-2: los ciudadanos que se han incorporado en los últimos años a nuevas formas de participación directa

c.) el trabajo organizado. Se divide en:
•c-1: los sindicatos de “proyección estatal”
•c-2: los sindicatos de “proyección territorial”

2.  El objetivo es hacer converger a todos estos actores convirtiéndolos en unsujeto múltiple. Sólo un esfuerzo constante de coordinación y una cultura asentada del acuerdo puede transformar este mosaico en un poder lo suficientemente importante. El mosaico desarrollará su máximo potencial político si todas sus “teselas” adoptan una posición activa dentro de su propio ámbito de acción, si lo incorporan al conjunto, pero no si se dejan “arrastrar” o cooptar por actores particularmente activos e influyentes. El procedimiento a seguir no es tanto “vender” el punto de vista propio con el fin de situarse lo más arriba posible en una jerarquía de actores antineoliberales. Se trata, por el contrario, de que varios actores abran en la medida de lo posible de forma conjunta nuevos espacios políticos y sociales  e ir ampliando así el radio de acción del mosaico. Para poder impulsar este proceso es imprescindible que un actor particularmente influyente y con presencia en los tres espacios tome la iniciativa. Izquierda Unida reúne estas características, aunque sería altamente recomendable que lance la iniciativa de forma conjunta con otros actores.

La convergencia puede darse de dos formas:

a.) o bien de forma superficial o impuesta por la agudización de la crisis, las escaramuzas tácticas o las leyes y dinámicas aritmético-electorales;

b.) o bien de forma discutida y “estratégica” con capacidad de perdurar, como mínimo, a medio plazo.

Sólo el escenario “b.” da garantías para la conformación de un bloque social lo suficientemente sólido y perdurable para forzar una salida neoliberal a la crisis. Estas garantías son imprescindibles pues el enemigo tiene muchos recursos políticos, económicos, institucionales y culturales, las coyunturas pueden cambiar rápidamente y los desacuerdos multiplicarse antes de lo esperado (por ejemplo tras un hipotético triunfo electoral).

Para poner en marcha una convergencia de tipo “b.)” hay que impulsar ciclos de discusión estratégicentre todos los actores. Estos ciclos se pueden organizar, o bien entre actores específicos (por ejemplo entre las organizaciones políticas antineoliberales) o también entre varios de ellos (por ejemplo entre movimientos sociales y organizaciones políticas, entre sindicatos y organizaciones políticas etc.).

3.  Las organizaciones políticas ejercen una influencia decisiva en la acción del resto de los actores, aunque muchas veces sólo de forma indirecta y diluida (por ejemplo activistas de b-1 y b-2 que militan en partidos o que son delegados sindicales).  Una aproximación programática entre organizaciones políticas facilitaría nuevas dinámicas convergentes entre otros espacios, algunos de ellos aún enfrentados entre sí (por ejemplo acercamiento entre movimientos sociales y organizaciones políticas, entre sindicatos y movimientos sociales). El procedimiento a seguir podría ser la organización de un ciclo de discusiones programáticas destinada a consensuar un programa común. Este programa tiene que incluir, al menos:

a.) un escenario viable y consensuado de cambio económico,
b.) otro de cambio democrático e institucional,
c.) una propuesta de configuración estatal

Necesariamente tendrá que empezar siendo un programa de mínimos, pero este puede ir ampliándose a medida en que se profundicen las discusiones y aumenten acciones comunes, no antes. El programa debe incluir una serie de líneas rojas que ningún actor debería traspasar. Por ejemplo: prioridad del trabajo frente a la renta financiera e inmobiliaria, apuesta por un sistema productivo ambientalmente sostenible, cuestiones de igualdad de género, neutralidad activa en las relaciones internacionales etc.

Todas las organizaciones políticas relevantes, o con un potencial político significativo deberían ser invitadas, particularmente aquellas con estrategias y culturas demostradamente unitarias. El formato puede ser la formulación de una serie de preguntas sobre diferentes aspectos programáticos centrales a tratar, la redacción de respuestas por escrito y su discusión en diferentes “rondas”. El resultado deberían ser dos listas: la que contenga los puntos y formulaciones consensuadas, y la que contenga los puntos y las formulaciones no consensuadas. La segunda lista debería ser objeto de una segunda ronda de discusión basada en nuevos argumentos y esfuerzos políticos adicionales y así sucesivamente.

4.  La incorporación de los movimientos sociales a un bloque antineoliberal requiere de un lenguaje y de unas formas específicas debido al distanciamiento de muchos de sus actores de las organizaciones políticas y los sindicatos. No parece muy prometedor en este contexto que los partidos políticos “convoquen” a los movimientos: el recelo es demasiado grande. El formato más idóneo podría ser una “autoconvocatoria” para crear espacios de deliberación común con organizaciones políticas y sindicatos, e inspirados en principios y objetivos similares a los formulados en el punto 3. La idea central vuelve a ser la de los puentes: los grupos b-1 pueden ejercer una labor de puente con los sindicatos, los militantes de organizaciones políticas lo propio etc., En el espacio de los movimientos sociales es particularmente importante anteponer la idea del mosaico a la idea de la jerarquía de actores.

Los temas a tratar podrían ser los siguientes:

A.) ¿Cómo conseguir estabilizar los movimientos sociales en el tiempo y ampliar su radio de influencia?
B.) ¿Cómo definir la relación con las organizaciones políticas y los sindicatos manteniendo la autonomía necesaria de todas las partes?
C.) ¿Cómo utilizar mejor los nuevos recursos tecnológicos disponibles?
D.) ¿Cómo combinar “contactos virtuales” y “contactos físicos”
E.) ¿Cómo evitar que el activismo se reduzca a pura metodología sin objetivos políticos concretos ?
G.) ¿Qué hacer para que los movimientos no se aíslen de la sociedad o se reduzcan a la acción de vanguardias hiperactivistas que son necesarias pero que amenazan siempre de quedarse sin tropa?
H.) ¿Cómo conseguir que los sectores más perjudicados por la crisis se incorporen más a los movimientos sociales

La aportación específica de los movimientos sociales a la construcción de un gran bloque (o mejor “mosaico”) antineoliberal es la construcción de espacios descentralizados de coordinación de la ciudadanía. Su objetivo central es colocar a la ciudadanía en un estado permanente de participación y empoderamiento. Para ello es necesario crear estructuras “organizadas”, es decir, mínimamente perdurables destinadas a contrarrestar la intermitencia propia de los movimientos sociales, de evitar que las caídas coyunturales en la participación ciudadana provoquen una pérdida de la iniciativa política.

Se trata además de hacerlo de forma unitaria con el resto de los actores (organizaciones políticas y sindicatos) con el fin de evitar caer (de nuevo) en el voluntarismo. Esto sólo se podrá conseguir poniendo en común todos los recursos, las iniciativas y las personas ya activas en diferentes movimientos sociales, iniciativas etc. como paso previo a la ampliación de dichas iniciativas y personas. Para ello es necesario crear espacios coordinación entre dichos movimientos a nivel local, autonómico y estatal, destinados a generar “sinergias”. También aquí hay que prescindir de la idea de jerarquía en favor de la idea de un (sub)mosaico de movimientos sociales  entendido como parte de un mosaico más grande (o bloque antineoliberal). Para ello los actores b-1 y b-2 deberían crear y reunirse alrededor de “mesas” -tanto a nivel local, autonómico como estatal-. ONGs, iniciativas ciudadanas vecinales, espacios culturales de proximidad deberían unirse a las  plataformas ya existentes (Frente Cívico, Mesas de Convergencia, mareas ciudadanas, PAH, Juventud sin Futuro, cumbres sociales). Con tres objetivos:

a.) coordinar las acciones que ya existen y lanzar otras nuevas (reunión de firmas, ocupación de sucursales bancarias, actos de protesta, apoyo a huelguistas, marchas de parados etc.)

b.) crear e integrar espacios de encuentro físicos (por ejemplo bares y locales de referencia) y virtuales -por ejemplo a través de la red- para discutir políticamente e intercambiar información política;

c.) crear espacios de solidaridad y de proximidad destinados a ayudar a los sectores más vulnerables (creación de bolsas de libros escolares, de cocinas comunitarias, de redes de distribución de alimentos, de espacios vecinales de trueque etc.)

5.  El trabajo organizado es una reserva potencial de poder imprescindible en la lucha contra el neoliberalismo. Este poder puede o no llegar a incorporarse efectivamente a un bloque antineoliberal dependiendo de las estrategias sindicales y de las mayorías creadas dentro de los propios sindicatos. El objetivo de los sindicatos es la lucha contra las consecuencias de la mercantilización de la fuerza de trabajo. Esto les obliga ser cuidadosos en su relación con las organizaciones políticas con el fin de asegurar la unidad de acción.

Sin embargo, muchos sindicalistas también son miembros de partidos políticos y activistas en movimientos sociales. Esta posición que les permite influir a la vez sobre todos estos espacios a la vez en un sentido unitario. Por otro lado, las políticas neoliberales, las pérdidas de afiliación, los cambios en las culturas y en la organización del trabajo, pero también la situación creada dentro del movimiento obrero europeo, están erosionando rápidamente las estrategias y debilitando su posición negociadora frente al capital. Esto les obliga a explorar nuevas estrategias, a apoyarse en nuevos actores sociales y a elevar el contenido político-estratégico de sus discusiones internas.

Esta situación crea un marco propicio para la aproximación entre sindicatos, organizaciones políticas antineoliberales y movimientos ciudadanos en beneficio de todas las partes. Las cumbres sociales y el fenómeno de las mareas demuestran que estos acercamientos pueden ser fructíferos. Sin embargo, esta aproximación se quedará en un fenómeno coyuntural y discontinuo si no se enmarca en un acercamiento más estable y estratégico entre todas las partes.

La mejor forma de iniciar un proceso de convergencia estratégica podría ser -otra vez- abrir ciclos de discusión estratégica (seminarios, jornadas etc.) siguiendo procedimientos similares a los descritos: se consensúan una serie de preguntas, se elabora material escrito, este somete a una discusión presencial y se publican las conclusiones, y siempre siguiendo el principio de las “dos listas” etc. (ver arriba). El segundo objetivo podría ser la formulación y la experimentación con estrategias conjuntas destinadas a trazar puentes entre el movimiento sindical y ciudadano, a encontrar “lenguajes” apropiados y a definir el espacio propio de cada uno de los actores: la experiencia de las mareas son un buen ejemplo. El simple conocimiento mutuo de los actores (los movimientos sociales tienen un profundo desconocimiento del mundo sindical y al revés) puede generar dinámicas unitarias adicionales con relativamente poco esfuerzo (por ejemplo presentaciones e identificaciones mutuas)

Algunos temas a tratar podrían ser:

a.) Sindicatos y programa mínimo antineoliberal
b.) Nuevas formas de participación política, nuevas culturas del trabajo
c.) Los puentes entre consumidores y mundo del trabajo
d.) Movimiento sindical y desempleados
e.) Democracia económica
f.) Proyecto europeo, soberanismo y solidaridad entre todos los trabajadores del Estado
g.) Creación de modelo productivo social- y ambientalmente sostenible

6. Con el fin de poner en marcha todo esto sería deseable empezar por explorar el universo de actores potencialmente interesados en participar en el proceso (organizaciones políticas más “fáciles” de convencer, movimientos sociales más abiertos a un proceso así etc.). Sería bueno que esta primera exploración la realizara conjuntamente un (en un primer momento necesariamente pequeño) número de actores con el fin de darle transversalidad desde el principio y evitar que se imponga el criterio jerárquico frente al criterio del mosaico. La idea del mosaico no quita, sin embargo, para que resulte fundamental que un actor particularmente influyente como Izquierda Unida tome la iniciativa de forma decidida. Para ello hace falta que exista un consenso interno dentro de la propia organización o, al menos, una falta de oposición –abierta o soterrada- a estas propuestas. Dada la importancia que tiene que tener Izquierda Unida en este proceso, el primer paso es, en realidad, la generación de este consenso.

Es altamente probable que, si el proceso se pone en marcha con un mínimo de actores iniciales, genere un efecto bola de nieve. Pero hay poco tiempo: es necesario hacerlo de forma inmediata. Primero por la situación de crisis institucional que estamos viviendo, y que se suma a la crisis económica y del sistema político. Segundo para adelantar “tarea” de cara a las elecciones europeas. Y tercero para pasar a la ofensiva y conseguir mantenerla. Así, por ejemplo, no es descartable que, sin Izquierda Unida no da pasos rápidos en este sentido, se empiecen a conformar en los próximos meses iniciativas similares pero de carácter no unitario. Si esto sucediera se habría desaprovechado una oportunidad histórica y se abriría paso una salida no solidaria a la actual crisis del neoliberalismo.




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