Wall Street, ¿sin propósito de enmienda?

Francisco Morote – ATTAC Canarias

Recientemente el presidente Obama, en una entrevista con una televisión pública norteamericana, ha declarado: » Wall Street tomó demasiados riesgos, actuó de manera irresponsable y casi provoca una Gran Depresión… El problema es que en Wall Street no se arrepienten de haber tomado esos riegos, por lo que no tengo la sensación de que se haya producido un cambio de cultura, ni de comportamiento tras lo que ha pasado.»

O sea, que el presidente, que a continuación anunciaba la adopción de » nuevas medidas sobre regulación financiera», expresaba sinceramente sus dudas sobre la voluntad de corregir actitudes en el mundo financiero de la Calle del Muro. O, dicho de una forma más familiar, que no apreciaba, en términos de catecismo, propósito alguno de enmienda, es decir, resolución firme de no volver a pecar y de evitar todo lo que fuera ocasión de cometer pecados, en las filas de los fundamentalistas del mercado de Wall Street.

Y bien mirado, ¿por qué se habían de arrepentir? Como recuerda Obama, actuando irresponsablemente casi provocan una Gran Depresión, pero ¿qué precio han tenido que pagar por ello? Y cuando me refiero a esa gente de Wall Street no excluyo al resto de sus congéneres de otras bolsas y bancos esparcidos por todo el mundo. ¿Qué precio han tenido que pagar, reitero, por las consecuencias económicas, laborales y sociales de sus actos? Ninguno. Al contrario, la gran mayoría de ellos, directivos, «expertos» gurús, no sólo se han enriquecido, a veces fabulosamente, sino que han conservado sus cargos, fortunas y patrimonios, muchos de ellos, seguro, a buen recaudo en los paraísos fiscales.

Pero por si fuera poco, además, después del desaguisado financiero, económico, laboral y social que han provocado, han visto reflotadas sus arruinadas entidades financieras, recapitalizadas a costa del erario público, han podido, incluso, «devolver» los dineros recibidos – caso de Goldman Sachs- y de nuevo y en medio de una recesión de caballo de la economía real, están volviendo a obtener enormes utilidades en el primer semestre de 2009.

¿De qué se habían de arrepentir? De nada. Al fin y al cabo, han comprobado que hagan lo que hagan el Estado acudirá a su rescate, porque de no hacerlo, ahí está el chantaje, al colapso financiero le seguiría, ineluctablemente, la Gran Depresión. Por consiguiente, no han aprendido ninguna lección, porque no han recibido ningún correctivo. Y ahora, como reflejan las propias palabras de Obama y diversos ejemplos prácticos, han vuelto a las andadas, porque están dispuestos a seguir haciendo lo que mejor saben hacer : especular.

¿Qué hacer para evitarlo? ¿Qué hacer para no volver a la economía de casino, al casino financiero global que tantos desastres ha provocado?

Sin duda, establecer un nuevo sistema financiero mundial regulado y supervisado. ¿Pero es el G-8 o el G-20 el marco para hacerlo? No lo creo. Las élites financieras, que gracias al apoyo de los recursos públicos se han librado de la bancarrota, presionan a los partidos y a los gobiernos occidentales para dejar resquicios, rendijas, en el orden financiero internacional, por donde seguir obteniendo las ganancias que la economía real no les puede proporcionar.

Por eso ha sido un gran error no aprovechar la oportunidad que la «Conferencia al más Alto Nivel sobre la Crisis Económica y su Impacto sobre el Desarrollo» de la ONU, brindaba. En presencia del G-192, la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde junto con los ricos, grandes y poderosos figuran los pobres, pequeños y débiles, habría sido más fácil poner las bases para el establecimiento de un Nuevo Orden Financiero Internacional ( NOFI ) más justo, bajo la regulación y supervisión de organismos tutelados por la ONU. No ha sido así y ahora los mandatarios que han tenido que apagar el incendio provocado por los financieros pirómanos, temen que éstos vuelvan a jugar con la economía como si se tratara de un juego de casino y no de la vida y el trabajo de millones y millones de personas.




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