Sistema financiero para el Bien Vivir

Fernando Moreno Bernal – Presidente de ATTAC Andalucía

Las instituciones financieras internacionales surgidas tras la Segunda Guerra Mundial como cristalización de la correlación de fuerzas entre las clases y países dominantes de entonces y la actual ONU han cumplido el papel regulador del Estado en la dimensión internacional hasta ahora, respondiendo a la demanda  de mayor o total autonomía intrínseca al propio sistema, por lo que carecen de funcionamiento democrático. La quiebra financiera y de legitimidad del FMI, el Banco Mundial y la OMC, acompañada de la deslegitimización de la actual ONU, consecuencia de la rebelión de la mayoría de los pueblos sometidos y del cambio de correlación de fuerzas provocado por el desarrollo de las contradicciones internas del propio sistema capitalista (NTIC, países emergentes del BRIC, etc.) marcan la actual crisis orgánica del capitalismo, con la confluencia de graves crisis financiera, económica, social, energética, alimentaría, medioambiental, política y de valores.

En la actualidad el capitalismo como sistema mundial sufre a nivel global un conflicto abierto entre la sociedad mundial y sus instrumentos reguladores internacionales que ya no pueden seguir cumpliendo su función. Pero no hay crisis del sistema de dominación sin crisis del Estado, en cuanto que este es el ordenador del sistema en su dimensión política en un momento dado. Pero no toda crisis del Estado es una crisis global del sistema de dominación. El sistema de dominación se autorregula mediante un complejo sistema de mecanismos que superan el marco de la propia estructura estatal, protegiéndose así de sus propias y periódicas crisis estatales.

Las desigualdades y tensiones provocadas por el sistema son tan manifiestas y graves que sus mecanismos de autorregulación no funcionan y han de ser sustituidos por otro. Ni siquiera la función básica represiva sirve ya al mantenimiento del sistema. Los líderes del sistema son conscientes de que la ruptura del sistema ordenador de las relaciones internacionales trae implícito el desorden y el caos general, la disgregación de la sociedad y la posibilidad de desaparición del propio sistema-mundo actual.

En épocas de crisis el reformismo es el mecanismo de perpetuación del sistema; los políticos reformistas de izquierda son más eficaces, son su defensa más acabada; por lo que hemos podido observar como los conservadores proponían a estos para presidir los organismos multilaterales. Desde ellos y con el impulso político del G 20 se ha intentado un proceso de transformación interna controlada en lo posible, pero conscientes de que el resultado final debe ser diferente a lo que hay: Un Poder mundial completamente autónomo y aislado de presiones políticas y sociales confluyendo con políticos reformistas al frente de los Estados nacionales, organismos plurinacionales como la UE y las instituciones multilaterales como el FMI, Banco Mundial  y OMC. Este es el panorama que se ha dibujado a lo largo de 2008 y 2009, cuando había que salvar al capitalismo de los propios capitalistas, refúndarlo o hacer un paréntesis. Ahora, que se observa la imposibilidad de salir entre todos y en beneficio de todos, que se agudizan las contradicciones y las tensiones entre las diferentes oligarquías del sistema-mundo, ya no son necesarios los reformistas de izquierda. Pueden convertirse en un estorbo. La socialdemocracia está siendo barrida implacablemente. La caída del muro de Berlín supuso la práctica desaparición de los Partidos comunistas de Europa. Esta crisis del capitalismo financiero está suponiendo la desaparición de la socialdemocracia. Incluso Obama en EE UU es ninguneado y descalificado.

1. Qué queremos y necesitamos

Que el aspecto básico de esta crisis es el que afecta al sistema financiero y productivo es aceptado por todos. Pero la crisis es natural e intrínseca al propio sistema capitalista que se perpetúa y renueva en las crisis, si bien en ellas el sistema manifiesta su impulso a la destrucción y, en consecuencia, la exigencia histórica de su superación. Todo planteamiento de salida de la crisis que no se realice en base a una alternativa económica, social y política es en realidad una defensa del propio sistema.

La crisis actual es en realidad una crisis del sistema de dominación que implica una profunda crisis económica. El sistema mundial basado en la importación desde China e India de deflación por los bajos salarios y en el consumo masivo por el endeudamiento en USA y UE ha estallado, poniendo de manifiesto de nuevo una crisis de sobreproducción que no encuentra salida en el mercado. Las ayudas de los Bancos Centrales al sistema financiero privado, que mantiene sus prácticas especulativas, sus valores, objetivos y motivaciones anteriores, ha provocado la especulación con los alimentos, y consecuentemente el incremento de la hambruna, así como la subida escandalosa de los productos energéticos. Un sistema que no satisface ni siquiera la posibilidad de sobrevivir necesariamente es cuestionado. Pero para que el actual sistema de dominación deje de serlo la salida a la crisis económica, social y política debe hacerse mediante un nuevo modelo alternativo económico, social y político. Es decir, se necesita otra instancia ordenadora alternativa. La incapacidad de resolver las necesidades de la humanidad por este sistema social requiere suplirlo por otra organización social alternativa, ya que en la historia de la humanidad no hay saltos en el vacío.

La respuesta de la humanidad a esta crisis del sistema de dominación del capitalismo agonizante tiene que ser la construcción de las democracias del S. XXI. La historia moderna de la democracia ha estado íntimamente asociada al desarrollo de la soberanía de los Estados nacionales. El proceso de globalización neoliberal suprime la soberanía ciudadana que pierde centralidad política y capacidad para definir el futuro de la humanidad, mientras que crece la interdependencia global. ¿Cómo puede la democracia sobrevivir a estos cambios, donde el mercado se impone pero la ciudadanía desaparece?

En primer lugar, reconociendo que en un mundo unificado para el capital y las mercancías, la competitividad entre los Estados nacionales y territorios le otorga una ventaja estratégica a los mercados financieros. La construcción de un Estado democrático mundial para un planeta y una humanidad es un proceso necesario que ha de hacerse sobre el reconocimiento de la diversidad y los procesos de construcción plurinacionales como UNASUR en Latinoamérica, con poderes económicos y militares autónomos que le permitan tener voz propia y defenderse durante la construcción de alternativas reales. La UE actual es una construcción no democrática y dominada por el neoliberalismo. Pero la historia no tiene marcha atrás. Es más factible recuperar el control político del Banco Central e imponer un funcionamiento democrático a las instancias europeas que eliminar la moneda Euro. Una UE democrática con voz propia y fuerza para imponer su autonomía sobre los designios del complejo industrial-militar y petrolero rompe la estrategia diseñada por la oligarquía del sistema. Una UE que pueda aliarse con Brasil, Rusia, China e India para imponer un nuevo sistema financiero internacional que no se base únicamente en el dólar, cuya soberanía reside en exclusiva en EE UU; que condicione la actuación y control de las transnacionales y que vaya potenciando un nuevo modelo de sistema productivo con los agentes del sistema alternativo como la economía social también la rompe.

En segundo lugar, necesariamente tiene que tener un proyecto alternativo. La prioridad es la dignidad del ser humano y no podemos consentir que se sustituya a la ciudadanía por el consumidor, que en definitiva es el proyecto político de los nuevos reformadores neoliberales. La alternativa pasa por hacer visible el carácter histórico del sistema capitalista, su perentoriedad, el agotamiento de sus potencialidades y su impotencia para satisfacer las necesidades de la humanidad. Por exigir y construir alternativas de producción donde el ser humano, su dignidad y necesidades sea la prioridad y razón de ser. Y por construir su correspondiente dimensión política alternativa.

En tercer lugar, construir nuestra propia hegemonía sobre la que se irá conformando el bloque social alternativo, diverso en los diferentes continentes y espacios territoriales del mundo. Los defensores del actual sistema mantienen impertérritos que el crecimiento económico es imprescindible  para erradicar la pobreza. Es decir, que sin reproducción ampliada del capital no es posible. Debemos manifestar con claridad y firmeza que un crecimiento ilimitado es inviable. Que la actual Teoría económica corresponde a la economía industrial y que la sociedad del conocimiento donde el factor económico fundamental es el ser humano requiere su propia y nueva Teoría económica que de paso a un sistema productivo con decrecimiento monetario y basado en bienes duraderos.

2. Qué entendemos por bien vivir

Hay dos intereses contrapuestos: el interés del capital por mantener las condiciones de su reproducción ampliada, aumentar su crecimiento y sustraerse de todo tipo de control democrático, sustentado sobre los valores del egoísmo, el interés individual contrapuesto al interés social o interés general, la avaricia,  la necesidad de tener, acumular y crecer, la vanidad, poseer y consumir la última novedad  del mercado, y la envidia, no ser menos que nadie y cuyo resultado es una sociedad de individualidades solitarias, consumistas, competitivas, depresivas e infelices. A esto es a lo que denominamos mal vivir.

Y los intereses de la humanidad por preservar las condiciones de supervivencia y sostenibilidad de la propia especie humana en nuestro planeta, y alcanzar los mayores grados de dignidad y desarrollo humano a través de la participación y profundización democrática, que deberá cambiar los valores, objetivos y motivaciones sobre los que descanse avanzando en las bases necesarias para una humanidad donde el interés individual se realice integrado en y por el logro del interés social, del interés de la comunidad; el ser humano se antepondrá al tener y no se mercantilizará; la sostenibilidad medioambiental sustituirá al consumo y el despilfarro; y la diversidad será un factor que enriquecerá a la humanidad. A esto es a lo que denominamos bien vivir.

Las sociedades no dan saltos en el vacío según nos enseña la historia. No se plantean problemas para los que no se tengan esbozadas las soluciones, ya de hecho tenemos ante nosotros con mayor o menor grado de desarrollo los distintos elementos de la organización social del futuro. La superación de cada fase se realiza asumiendo todo lo positivo de la anterior, en un proceso dialéctico de desarrollo de lo nuevo en el seno de lo antiguo y de unión de los contrarios en la síntesis superadora. Deberemos fijarnos en el desarrollo y tendencias que las NTIC y las nuevas relaciones de producción, el trabajo en equipo y los nuevos modelos de gestión empresarial, promueven en el actual mercado competitivo y en las instituciones sociales y políticas, exigiéndolas y llevándolas coherentemente hasta el extremo en el que no podrán ser asumidas sin cuestionarse la formación social vigente del capitalismo agonizante.

Necesitamos visualizar el destino final, tenemos que saber hacia dónde nos dirigimos, porque nunca sopla buen viento para quién no sabe dónde va. Nos dirigimos hacia una sociedad hecha por la humanidad y para la humanidad, donde los seres humanos, las personas, sean el elemento básico de la economía y de la sociedad.

El actual desarrollo de las fuerzas productivas, la mundialización de la economía y la necesidad y conciencia creciente de preservar los recursos naturales controlando el vertido y emisión de residuos contaminantes, en un modelo de desarrollo humano, sostenible y participativo hace que la utopía se encuentre en la línea del horizonte que alcanzamos a ver.

¿Cuál es el interés básico de la humanidad y de las personas?

En primer lugar, la supervivencia. Las personas necesitan comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer cualquier otra cosa. Por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos y materiales suficientes para satisfacer a toda la humanidad es la prioridad básica. En la actualidad existen los recursos suficientes y la tecnología necesaria para conseguirlo, incluida la energía con las energías renovables.

En segundo lugar, la seguridad y tranquilidad en el futuro, es decir, la perspectiva cierta de un desarrollo humano sostenible. Este desarrollo tiene como finalidad conseguir la felicidad de la ciudadanía integrada y en sintonía con la naturaleza de la que somos fruto y parte. En consecuencia, tenemos que empezar por dotarnos de los indicadores y ratios que nos permitan gestionar y conducir los procesos. Necesitamos una visión holística, global del proceso productivo que partiendo de la humanidad productora termine en la humanidad consumidora, que colectivamente es la misma, maximizando la satisfacción de las necesidades humanas con el menor consumo y coste. Es decir, extender y aplicar la visión de cliente de las empresas privadas actuales a la totalidad de los procesos productivos, siendo el cliente la propia humanidad y sus necesidades básicas.

En tercer lugar, la participación e integración cooperativa y co-responsable en la sociedad y en la construcción de nuestro propio futuro. Las relaciones sociales y el sentimiento de poder incidir en tu devenir, de participar integrado en tu comunidad, es el mejor índice de la felicidad humana en todo el mundo. Esto significa, en primer lugar, sustituir el principio de competitividad por el de coordinación y cooperación esencial para cualquier trabajo en equipo y, en segundo lugar, profundizar y extender el actual sistema democrático representativo con sistemas de democracia participativa, dando progresivamente mayor peso a esta última en tanto que el desarrollo de las tecnologías de la información lo vayan permitiendo.

3. Sistema financiero para el bien vivir

Nos encontramos en un cambio de época, en el nacimiento de una nueva era, que conlleva angustia, dolor, preocupación por el futuro de la vida en el planeta y por el futuro de la propia humanidad; pero esperanzados en que todo va a ir bien para la nueva vida que renace. La ponen en peligro los que no quieren desprenderse del pasado por ambición de poder, unos pocos miles de seres humanos, retrasando y complicando innecesariamente la nueva organización económica, social y política.

La fuerza del capitalismo agonizante radica en la opacidad, el ocultamiento de sus verdaderas intenciones, y en la confluencia de dos corrientes: por una parte, la economía de mercado basada en un sistema financiero con intereses positivos que hace pagar por el capital a los que hacen uso de él y, consecuentemente, les hace fluir los capitales financieros a sus manos, provocando una sociedad de consumo irracional de productos perecederos y privatizados; y, por otra, una geopolítica internacional que radicaliza los aspectos disgregadores, étnicos y locales de las religiones, alimentando un fundamentalismo de todas las religiones basado en una lectura literal y vaciada de su común universal que fragmenta y divide a la humanidad.

¿Qué hacer? Desenmascarar y cambiar los cauces de esos dos ríos como, según la mitología griega, hizo Hércules con los ríos Alefo y Peneo para limpiar en un día la mierda acumulada por más de treinta años en las cuadras del rey Augías.

Desenmascarar las actividades oscuras, antidemocráticas y criminales de los cuarenta integrantes del Comité Permanente del Grupo de Bilderberg, personificación de la fracción industrial-militar USA-israelí hegemónica del capitalismo agonizante y sionista que sufrimos. Enfocar la luz de la información pública en sus integrantes y en sus actividades. Poner nombres, apellidos y rostros.

Exigir la puesta en marcha en todos los Estados-naciones y organismos plurinacionales como la UE de políticas económicas en base a intereses negativos de forma generalizada y para siempre, es decir, que paguen a partir de ahora por el uso del capital los poseedores del mismo, lo que implica que nadie desee ser propietario de capital por lo que este deberá ser nacionalizado y público, como ha debido ocurrir ya a causa de la crisis financiera internacional y la nacionalización de las perdidas de las entidades financieras. En consecuencia, el coste de los créditos y prestamos habrá de ser prorrateado entre toda la población como ocurre con la provisión de cualquier otro servicio público, lo que conlleva esta gestión pública, la eliminación de burbujas financieras, la política de decrecimiento monetario, la incentivación de la producción de bienes duraderos y públicos, y la financiación exclusiva de proyectos que no atenten contra el bien común de la humanidad ni con los generales de cada comunidad.

Crear el “demos” de la humanidad fortaleciendo el común universal de las distintas religiones para ir generando los conceptos, palabras, símbolos, retos, metas y valores trascendentes de la nueva época que está felizmente naciendo. Para ello tenemos que desarrollar consciente, con decisión firme y con universalidad los seis elementos que impulsan la consolidación de este nuevo tiempo: la construcción de un mundo con inteligencia ecológica, con igualdad de género, imperio de los derechos humanos, realización personal, interculturalidad y democracia participativa.

Para avanzar hacia este objetivo y frente a la crisis de los especuladores hoy debemos exigir defensa y promoción de la verdadera economía productiva sostenible que satisface necesidades de la población mediante banca pública, Impuesto a las transacciones financieras especulativas, eliminación real de los Paraísos Fiscales, soberanía alimentaria, control político de Bancos Centrales y Organismos económicos y Democracia participativa.




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