Respuestas para Democracia Real YA

Fernando Moreno
Attac Andalucía

La teoría económica que necesitamos para el diseño de alternativas reales de salida a la crisis, para el buen vivir, debe recuperar e impregnarse de perspectiva ética. No habrá salida a la crisis si no se reduce la desigualdad y polarización social en el mundo y dentro de cada país. No habrá salida a la crisis si no producimos bienes duraderos en lugar de bienes perecederos, que bajaran el PIB pero que procuraran más satisfacción respetando los recursos naturales. No habrá salida a la crisis si no cambiamos el paradigma energético reduciendo el consumo y desarrollando energías alternativas renovables, que bajaran el PIB al reducir el transporte internacional de petróleo y carbón pero que incrementará la soberanía alimentaría y solucionará el hambre y la pobreza extrema. No habrá salida a la crisis si no eliminamos la especulación financiera sobre bienes alimentarios, energéticos, deudas soberanas de los países y sobre toda la economía productiva, que reducirá el PIB aumentando la estabilidad financiera y la satisfacción de las necesidades de la humanidad. No habrá salida a la crisis si no profundizamos la democracia en todos los ámbitos implicando a la sociedad civil en el diseño, implantación y evaluación de las políticas públicas.


Recuperar el control democrático de la economía regulando los movimientos financieros internacionales, recuperando la banca pública, eliminando el secreto bancario y estableciendo un Impuesto a las transacciones financieras es posible y una obligación ética de nuestra generación. Exigirlo es manifestar que existen alternativas. Que el incremento de la tasa de ganancia para el capital, que es lo que están haciendo con las distintas medidas adoptadas incluida el alargamiento en la edad de jubilación, nos hunde aún más en la crisis. Que la única salida es fortaleciendo la demanda interior, recobrando el crédito para familias y pymes, recuperando soberanía alimentaría y potenciando realmente las energías renovables como servicio público. Y ello supone enfrentarse desde la periferia del euro a las políticas neoliberales que nos imponen antidemocráticamente utilizando las instituciones europeas. Porque el crecimiento medido en PIB, que es pura especulación, no crea empleo de calidad aquí desde hace catorce años sino que degrada la calidad del existente. Porque el BCE y el Banco de España contravienen sus propios estatutos y competencias cuando financian con nuestro dinero la compra de bancos en Gran Bretaña, Turquía, Brasil o China. Su competencia y obligación es el sistema financiero europeo y español que es garantizar el flujo del crédito en su ámbito territorial no para que se lo lleven fuera.


En la actualidad hay una lucha abierta entre dos modelos de organización económica, social y política para el mundo. Por un lado, el modelo del capital financiero especulador internacional caracterizado por inversiones a corto plazo, especulativas y sin ningún control ni regulación con el único objetivo de maximizar los beneficios de sus gestores sin límite de valor ético, deslocalizado, sin compromiso medioambiental, ni con el bien común y el interés general de la sociedad. Y, por otro, el modelo del capital social e institucional, cuyo corazón se encuentra en los sindicatos de clase en estrecha alianza con la economía social y las Corporaciones locales como Administraciones vinculadas a las poblaciones enraizadas en sus territorios, caracterizado por una visión a largo plazo, con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales, reguladas y vinculadas con el bien común y el interés general. A la rentabilidad y productividad de los propietarios del capital financiero especulador se le contrapone la rentabilidad y productividad social y la competitividad de los territorios cualificando a su población que se desarrolla mediante la innovación endógena, haciendo compatible el bien público con el bien privado de sus habitantes.

Nuestra respuesta a la crisis del capital financiero internacional desde el Buen Vivir busca satisfacer las necesidades de la humanidad garantizando la continuidad de la Vida y de la humanidad atacando su raíz: la desigualdad y polarización social y de rentas. Con la renta básica se garantizará la subsistencia y se dotará de autonomía y dignidad a las personas sobre el capital. Con la reducción de jornada y la generalización del empleo con sueldo digno a toda la población en igualdad de condiciones se garantizará la producción de los bienes y servicios necesarios socialmente garantizando la necesaria demanda para las empresas y autónomos de la actividad productiva. Con la participación en la gestión de las empresas y la generalización de la economía social se liberará todo el potencial creativo de una verdadera sociedad del conocimiento, donde la innovación no se enfocará hacia la sociedad de consumo y despilfarro sino hacia el incremento del bienestar y felicidad de las personas con el menor coste social posible. Con la incorporación trasversal de la visión medioambiental, considerándonos como humanidad fruto y parte de la Vida (la Tierra no es nuestra, nosotros somos suyo; su parte consciente y responsable de su continuidad) renunciaremos al despilfarro irresponsable y al consumo suicida. Al limitado y espurio concepto de productividad y rentabilidad de las empresas privadas, para beneficio exclusivo de sus miembros de Consejo de Administración, se le contrapone el amplio y solidario de la productividad y rentabilidad social. Con el establecimiento del Impuesto sobre las transacciones financieras (ITF) y un sistema financiero público, universal y con tipos de interés negativo, así como con impuestos directos progresivos eliminaremos la especulación financiera y dispondremos de un sistema financiero que promueva y dinamice la actividad productiva, el empleo y la satisfacción de las necesidades sociales, incluyendo la continúa investigación y desarrollo de nuevas técnicas y conocimientos. Los centros offshores (paraísos fiscales) no existirán. Con la generalización de la evaluación participativa de las políticas públicas generalizaremos la democracia participativa, profundizando en su calidad y cotidianidad, en la participación de la ciudadanía en determinar objetivos, implementación, gestión y evaluación de resultados obtenidos en un continuo ciclo ininterrumpido, a la vez que garantizaremos con ella el control de la ciudadanía a la corrupción y al abuso de poder.

Es una irresponsabilidad seguir dilatando o aplazando la toma de decisiones acerca de la instauración de un Nuevo Orden Financiero y Fiscal Internacional (NOFFI) que ponga coto a los desmanes del poder financiero especulativo del capital, que sujete a los banqueros y que sitúe en el punto de mira de la justicia internacional a los grandes especuladores capaces de arruinar, empobrecer y hasta hambrear a pueblos enteros.

Hay que acabar con la dictadura de los mercados, y desarmarlos es privarles del poder de la banca privada sin el contrapeso de una potente banca pública, de las agencias privadas de calificación de riesgos privadas, de los sistemas tributarios regresivos, de la licencia sin restricciones para especular y de los paraísos fiscales.

Ha llegado el momento de meter en cintura a los grandes propietarios, administradores y gestores del capital y a los grandes especuladores y considerar una buena parte de sus actividades en pos del máximo beneficio, al margen de cualquier consideración ética o humanitaria, como posibles crímenes económicos contra la humanidad. Pero si la élite política, los gobernantes de los países más poderosos del planeta, siguen sin asumir su responsabilidad de diseñar el Nuevo orden Financiero y Fiscal Internacional imprescindible, la ciudadanía mundial tendrá que recordárselo en la calle. Es la hora de reclamar e imponer un Nuevo Orden Financiero y Fiscal Internacional, democrático y justo, que ponga fin a la dictadura destructora de los mercados.

Libertad, igualdad y fraternidad es la consigna que resume la revolución burguesa que otorgó la hegemonía al capital sobre la tierra a finales del S XVIII. La libertad y la ciudadanía nacen históricamente vinculadas a los impuestos, y aún hoy la reducción de estos supone menos libertad y menos soberanía popular. La globalización neoliberal del capital financiero internacional, especulador y depredador, nos lleva a exigir un impuesto a las transacciones financieras (ITF) y un Nuevo Orden Financiero y Fiscal Internacional. Dos siglos después un nuevo impuesto abre el camino para que la humanidad recupere su libertad, igualdad y fraternidad. Nos lleva a la conciencia de ser parte de un solo planeta, de una sola humanidad que debe tener un solo Gobierno mundial democrático, legítimo y transparente.

La humanidad ha perdido su libertad, igualdad y fraternidad. ATTAC quiere devolver la soberanía a la  humanidad. La humanidad está construyendo su propio concepto político de ciudadanía sobre el que erigir su propio órgano de Poder Constituyente.

Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores, al redactar la Declaración de Independencia de los EE UU dio origen al concepto de ciudadanía que se contraponía a la imperante hasta entonces de súbdito. Con ello nacía la soberanía popular y el primer documento político del actual sistema capitalista. Fue el origen de un nuevo tiempo.

Este concepto se extendió como si de un virus se tratara por las sociedades humanas. Primero fue la ciudadanía francesa dando lugar a su revolución; su siguiente fruto la Constitución Española de 1812, que infectó a toda Sudamérica y Filipina. Las monarquías reinante tuvieron que adaptarse a los cambios que implicaba esta infección en sus súbditos para no desaparecer surgiendo lo que se denomina monarquías constitucionales donde se reconoce su legitimidad en la soberanía popular, lo que implica limitaciones en sus papeles institucionales y en sus poderes.

ATTAC se presenta como un virus que viene a infectar con el nuevo concepto de ciudadanía universal para que se extienda la infección hasta convertirla en una verdadera pandemia mundial.
Fernando Moreno Bernal

19 de Mayo de 2011




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