Qué asco!

23F-TwitterAntonio Aramayona – ATTAC CHEG Aragón.

Mientras miles de ciudadanas y ciudadanos desafiaban un frío glaciar y en mi ciudad soplaban vientos cercanos a los 100 km/hora, el portavoz de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, del PP, parecía haber ingerido alguna sustancia tóxica poco recomendable al comparar a los manifestantes de ayer con los golpistas del 23 de febrero de 1981, Tejero, Milans del Bosch y varios generales, notarios y personas bienpensantes más a la cabeza, que 32 años antes habían perpetrado un golpe de Estado fallido y tomado a la fuerza el Congreso de los Diputados.

Leí ayer la noticia y sentí asco, literal y materialmente asco, al conocer que el número 2 del PP en Madrid había disparado sendos y secos tuis en la nuca de cada manifestante en cada una de las localidades de España donde había habido manifestación. Hace 32 años sacaron tanques, amenazaron con cetmes a los parlamentarios e idearon regresar a un régimen dictatorial como el de su añorado Franco, mientras políticos, sindicalistas y militantes de izquierdas escondían o quemaban documentación y se preparaban mentalmente para lo peor. Ayer miles de ciudadanos sacaron a las calles de sus ciudad pancartas que denunciaban agresiones institucionales, recortes y desahucios y reivindicaban derechos y libertades, pero Salvador Victoria los equipara (¡puaj, qué asco!) a los militares, guardias civiles, esbirros y secuaces de Fuerza Nueva y nostálgicos fascistas en general, de los que provienen algunas de las raíces más identitarias del partido de la gaviota.

“Necesitamos democracia, no que hoy, como hace 32 años, los enemigos de las libertades tomen el Congreso y las calles”, tuiteó el consejero de Presidencia y Justicia del Gobierno autónomo madrileño. Sus correligionarios del PP (sí, está bien dicho: correligionarios: la derecha cada es más parecida a una secta religiosa) se han negado a condenar el sangriento golpe de Estado de Franco, la cruenta guerra civil y los impunes asesinatos de la posguerra del PP perpetrados solo por defender el poder legítimo de la República y mantener incólume su coherencia. Han torpedeado la Memoria Histórica, han linchado al juez que investigaba los crímenes franquistas y la corrupción del Partido Popular, invocando filisteamente el espíritu de la transición y la reconciliación nacional. Asco, sí, dan asco, náusea, indignación que sacude hasta la última circunvolución de los intestinos.

Para Salvador Victoria, la manifestación del 23 es una “marea antisistema y antidemocrática”, “un tsunami contra las libertades y la democracia parlamentaria”. En su inconsciencia, no se ha parado a pensar que el verdadero tsunami lo han provocado los poderes económicos y financieros de su país y del mundo. Ahíto de tópicos de la derechona mediática (¡qué asco!), quizá no le preocupe concluir que si esa es su democracia y ese es su sistema, me declaro abiertamente antisistema y antidemócrata. Si Victoria afirma que su sistema garantiza “las libertades de todos” y si la realidad muestra que esas libertades están, de hecho, ninguneadas o machacadas, basta aplicar el simple argumento lógico del “Modus Tollens” para poder concluir que el presunto sistema defendido por Victoria y los suyos no es un sistema ni una democracia ni nada que se le parezca.

Últimamente la derecha gaviótica y sus congéneres se escudan en la legitimidad que dan las urnas para defender lo indefendible y aferrarse a un poder que lesiona los derechos fundamentales del pueblo. Las urnas legitiman que el PP y su presidente Rajoy incumplan y contradigan las promesas electorales que hicieron hace un año, justificándolo en las aguas movedizas del “cumplimiento del deber”. Las urnas supuestamente legitiman también no dar explicaciones sobre una posible contabilidad B de su partido, sueldos complementarios opacos para los altos cargos del partido, sustanciosas donaciones sin fondo y sin rostro o la existencia de un tesorero del partido que, cual volatinero sobre la cuerda de la picaresca nacional y con sus patillas de cuatrero, chantajea al partido que gobierna a España. ¿Acaso el poder no procede del pueblo? ¿Es que no se percatan de que el propio Gobierno está asfixiando al pueblo? ¿Cómo no ven que la vida ciudadana cada vez se asemeja más a una arcada nacional?

Quisiera contarle al señor Victoria quiénes han defendido verdaderamente la democracia española. Son muchos, pero nombraré solo a unos cuantos, a los que tuve el honor de conocer: el comunista, antisistema del sistema del señor Victoria, Simón Sánchez Montero, luchador infatigable, tantas veces y durante tantos años encarcelado, honesto y coherente hasta los tuétanos. Enrique y Javier, que murieron asesinados en su despacho laboralista de Atocha, junto con tres compañeros asesinados más y otros cuatro compañeros más, gravemente heridos. Quisiera que Salvador Victoria pudiese quedarse, a pie de cama, en el hospital, unos minutos de una larguísima noche con Dolores, con su cara destrozada por un balazo y sin saber aún que Francisco, su pareja, estaba ya en la morgue. Eran comunistas y de Comisiones Obreras, luchaban por un sistema que a ojos de Victoria sería antisistema y por una democracia que a juicio de Victoria sería antidemocrática. ¡Qué asco!

Los golpistas del 23F de hace 32 años, los asesinos de mis compañeros de Atocha, los carceleros de Simón, los asesinos de Yolanda González Martín (policías, guardias civiles, militares, ministerio del Interior, Fuerza Nueva, ultraderechistas de todo tipo y pelaje, en perfecta connivencia y mezcolanza) nunca fueron considerados antisistema y antidemócratas. Por eso siento tanto asco esta mañana del 24 de febrero de 2013. Por eso siento tan vivamente el asco que llena el ánimo de millones de españoles y españolas, víctimas de una estafa mundial y un golpe de estado financiero para beneficio exclusivo de los amantes y defensores del sistema y de la democracia de Salvador Victoria. ¡Qué asco!




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