Más improvisación, ¿más errores del gobierno?

Juan Torres López – Consejo Científico de ATTAC España

El presidente del gobierno acaba de anunciar sorpresivamente que en “su momento” aumentará los impuestos a las rentas más altas.

Digo sorpresivamente porque no se refirió a esta posibilidad la semana pasada cuando anunció las medidas de recorte frente a la crisis, lo que claramente indica que improvisa y que no tiene un plan clara y previamente trazado para hacerle frente.

No obstante, me alegro y aplaudo la nueva iniciativa del presidente. No porque crea que sea la solución correcta, como explicaré enseguida, sino porque se demuestra así que la ciudadanía tiene poder y que cuando lo usa, incluso tan tímidamente como en esta última semana, se pueden cambiar las decisiones gubernamentales.

Sin embargo, me parece que estando en una situación tan difícil y cuando se le están pidiendo tantos esfuerzos a la población, un presidente no puede ser tan impreciso y confuso. Debe hablar más claro, precisar bien lo que propone y no lanzar globos sondas simplemente para tratar de tranquilizar a su electorado.

Decir que “en su momento” se van a elevar los impuestos a las rentas más altas no dice nada y lo poco que dice es confuso y rechazable.

¿A qué rentas se refiere el presidente?

Si es a las del trabajo su propuesta es rechazable porque la mayor fuente de inequidad de nuestro sistema fiscal y de carencia recaudatoria no viene por ahí. Aunque se aumentara, como quizá hubiera que hacer, la tributación de las rentas del trabajo más elevadas (por ejemplo a los menos de 10.000 contribuyentes que declaran ingresos superiores a los 600.000 millones de euros anuales), la recaudación adicional sería muy reducida: de 300 a 350 millones de euros.

Lo que de verdad debería corregirse es la tributación de las rentas del capital y particularmente las que proceden de la actividad especulativa en cualquiera de sus dimensiones.

Las fuentes recaudatorias más elevadas, las que proporcionan la justicia fiscal a la que hay que aspirar y, por tanto, la verdadera contribución de “los que realmente tienen un volumen importante” de ingresos o riqueza (en palabras de Zapatero) y no de las clases medias a las que alude, son otras:

  • Los ingresos proveniente de los movimientos especulativos contra la deuda española y el euro que entre otras cosas están provocando que la deuda española se encarezca extraordinariamente casi día a día.
  • Los beneficios de la actividad bancaria.
  • El patrimonio de las grandes fortunas.
  • Los sueldos y primas de directivos y deportistas de elite extranjeros que hayan fijado su residencia fiscal en España.
  • Los patrimonios familiares que “tributan” a través de SICAV.
  • Las desgravaciones fiscales injustas y que benefician a las rentas más elevadas, como la que se aplican a los fondos de pensiones privados, que suponen un 4% de la recaudación del impuesto sobre la renta.
  • Y, sobre todo, la lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida que podría proporcionar alrededor de 40.000 millones de euros simplemente haciendo que estuvieran en los niveles de los países de nuestro entorno. Grosso modo, todo ello podría proporcionar al Estado entre 35 y 40 veces más dinero que la reducción del sueldo de los funcionarios. Y eso, añadido a un recorte de gastos superfluos bien estudiado (en gasto militar, subvenciones innecesarias a empresas o a iglesias, cargos políticos innecesarios, racionalización de las administraciones autonómicas, provinciales y municipales, por solo citar algunos), permitiría salir de la crisis con otro modelo productivo, con más eficacia, justicia y bienestar y, sobre todo, salir de verdad de la crisis. Porque lo que conllevan las medidas que hasta ahora ha propuesto el gobierno es simplemente más de lo mismo, es decir, mantener los privilegios que la han provocado. Así lo prueba bien a las claras que hayan sido precisamente los banqueros y la patronal quienes las defiendan y aplaudan.

No podemos contentarnos con las promesas vagas del presidente Zapatero. Hay que exigir justicia fiscal no solo como una aspiración ética elemental de las sociedades libres (que no es poco) sino como la forma más eficaz de luchar contra la crisis. Y eso se puede conseguir si los ciudadanos no nos callamos y reclamamos medidas concretas como las que he apuntado. Todo lo demás es permitir que los que han provocado la crisis consigan que la paguemos los demás.

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