«Madre, yo al capital me humillo…»

José Antonio Pérez TapiasArgumentos PTapias

¿Miedo a los impuestos? Sí, eso parece a tenor de las declaraciones de la Vicepresidenta Salgado, recogidas por la prensa como puede verse, por ejemplo, en El País Público, acerca de lo que al final será una leve subida impositiva para las rentas del capital, tan leve que no afectará a las sociedades que se denominan con las siglas SICAV: Sociedad de Inversión de Capital Variable. ¿Hacía falta tanta alforja para ese viaje?

Si no se toca la fiscalidad de las SICAVs no se llamará a las puertas de los grandes capitales para que contribuyan a financiar el déficit incrementado por las imprescindibles políticas sociales en tiempos de crisis. Gracias a ese invento descaradamente antisolidario, al que el PP dio cobertura legal en su etapa de gobierno, los capitales refugiados en una SICAV tributan al 1%, lo cual tiene toda la pinta de un trato fiscal de privilegio. Basta recordar la tributación de los beneficios empresariales entre el 25 y el 30% o el tipo del 43 % al que pueden llegar los niveles más altos de renta personal. Trae cuenta formar una SICAV, que para eso están la ciencia económica, la ingeniería financiera, los bancos y los gobiernos que lo permiten porque la ley lo ampara. Huele mucho a evasión fiscal legalizada. Y frente a tal invento es un mal argumento decir que si se toca por algún sitio se producirá una evasión de capitales, como ha insinuado la Ministra aduciendo que este tipo de sociedades se dan en todos los países europeos. Con esa lógica, nadie trataría nunca de acabar con los paraísos fiscales, dado que existen y parece imposible acabar con todos a la vez. ¿Para qué entonces las políticas comunes de la UE o las reuniones del G 20 y compañía?

Tendrá poca credibilidad cualquier medida de política fiscal al día de hoy, con la que ha caído y seguirá cayendo, si no se modifica la tributación de las SICAV. Quedarían como intocables, y en este caso no por parias, sino por aprovecharse del tabú que el capital, en sus núcleos duros, sabe tejer en torno a sí. La antropología lo dice: quebrantar los tabúes da miedo. Y si el miedo es invencible más vale que acabemos parafraseando a Francisco de Quevedo: «Madre, yo al capital me humillo…». Poderoso caballero sigue siendo don Dinero, ¡y que vuelva Paco Ibáñez para cantarlo una vez más!

Nota final. Un compañero me ha remitido amablemente un artículo sin desperdicio sobre tan pavoroso tema, escrito por otro ilustre compañero socialista, Luis Solana, en su página web «Una delgada línea roja»: «Zapatero, espere a leer esto». Contrasten y lean.

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