Fútbol, periodismo y Paraísos Fiscales

Enric Pastor – ATTAC País Valencià.

Hace pocos días, una persona conocida me hizo la siguiente reflexión: Por qué no se habla en los medios de comunicación de economía y política con la abundancia y la claridad, con la libertad de opiniones que se da cuando se habla de fútbol?

Buena pregunta. Me la hago yo también.

La existencia de una opinión pública adecuada y pluralmente informada, en unos temas más trascendentes para la vida de las personas que los de un deporte -o espectáculo de y para masas- cómo es el fútbol, tomando una cierta distancia respecto del fenómeno pero analizándolo de forma técnica y apasionada a la vez, como se hace con el fútbol, podría dar unos excelentes resultados en el momento actual para que esa opinión pública, el pueblo en definitiva, conociera mejor la situación y las alternativas que se puedan dar para tratar de salir del callejón sin salida al qué nos traen los actuales dirigentes políticos, sociales y económicos.

A pesar de la trascendencia del tema y la importancia para el presente y el futuro de todas las personas, los análisis de la situación por parte de los medios de comunicación escritos y hablados -y no digamos ya por la TV- oscilan entre la espectacularidad del titular banal y en muchas ocasiones sesgado y el artículo de fondo del experto -que no siempre lo es de verdad- con un lenguaje incomprensible para la mayoría de la población qué, en el mejor de los casos, sencillamente se queda con una cierta idea de que “todo va mal” y que, por esto, “hay que estrecharse el cinturón” (por cierto, “gürtel” en alemán, creo…).

Muy raramente, una persona de educación mediana sin una especial dedicación a la economía, una vez acabado de leer o escuchar algún comentario/artículo sobre la situación, de los que salen en los medios, sabría describir la situación real qué, supuestamente, el medio le describía. Si hablaremos en términos escolares y tuviera que hacer una redacción sobre lo que acababa de leer o escuchar, lo más normal es que suspendiera por carencia de una comprensión adecuada de aquello sobre lo que había leído o escuchado.

Ahora hagamos lo mismo sobre los comentarios leídos o escuchados en los medios sobre un partido de fútbol. En primer lugar, el enfoque y las conclusiones obtenidas en función del periódico o radio escuchada serian, muy probablemente, diferentes. Por otra parte, con esas informaciones, la persona se sentiría capacitada para emitir una opinión aceptablemente coherente sobre aquello que acababa de ver, leer o escuchar, en base a los datos que había obtenido y llegaría a conclusiones, más o menos divergentes pero razonadas, de los hechos en cuestión.

Las conclusiones del experimento hipotético, fácilmente realizable por parte de cualquier lector de estas rayas entre sus amistades o conocidos estarían, muy probablemente, muy cerca de lo que acabo de exponer.

Las razones del por que de las previsibles conclusiones serían claras. En el caso del fútbol, los periodistas disfrutan de una libertad de opinión -siempre enmarcadas por la línea del medio pero con un amplio espectro de posibilidades- y de una formación, en la mayoría de los casos, que no se da en la información político-económica; ni la libertad de opinión ni la solvencia profesional son las mismas ni los lenguajes empleados tienen el mismo nivel de accesibilidad para el público lector. Y todo esto no es casual, claro.

Es bastante conocido el caso de un muy popular periodista deportivo que aseguró, de manera formal y pública, que después de las Olimpiadas de Barcelona 92′ se dedicaría a la información política. No lo hizo, finalmente. Con independencia de que se compartiera o no los criterios políticos del mencionado periodista, su estilo muy agresivo de plantear los temas, con una gran dosis de sensacionalismo, pero siempre respaldado por informaciones “peligrosamente confidenciales” sobre personajes públicos, hicieron que las presiones del mundo de la política “profesional” fueran suficientemente intensas como para que las empresas de información (?) rechazaran el trabajo de aquel periodista, condenado al ostracismo por siempre jamás.

Pero no todo es siempre abierto y plural en la información deportiva. Por ejemplo, muy probablemente, poquísima gente se enteró de que los ídolos de multitudes de la selección española de fútbol, pidieron -y consiguieron- que el dinero de las primas conseguidas por los éxitos deportivos (escandalosamente excesivas a mi parecer y más ahora con la actual situación) se depositaran en bancos de paraísos fiscales. Se ahorraban así los impuestos que, en función de sus ingresos, deberían haber depositado en las arcas de la empobrecida hacienda pública española, hurtándole así, a sus fans, la parte de posible bienestar social que con su dinero se pudiera haber hecho. Sí, ya sé que lo mismo hacen los grandes banqueros y fortunas, pero ellos, al menos, no son colocados en lo alto del pedestal de héroes multitudinarios idolatrados por el pueblo… que sí paga sus impuestos por el sueldo de su trabajo.

Ignoro si este año han hecho o van a hacer lo mismo, pero me gustaría que alguno de esos periodistas deportivos, que con tanta libertad hablan de fútbol, que hablaran, también, de este aspecto más oscuro del espectáculo que tanto puede repercutir en las vidas -reales, diarias- de sus fans.

He oído de alguna iniciativa de gente que proponía que los jugadores dieran a la hacienda pública o a alguna acción social concreta el importe íntegro de sus remuneraciones. No pido yo tanto. Me conformo -y ya es bastante tal y cómo está el patio- con que paguen aquí los impuestos correspondientes a los ingresos recibidos.

Leeremos o escucharemos informaciones sobre este aspecto concreto en algún medio, deportivo o no? Hummm… dejadme dudarlo…




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