Estres financiero y democracia

Lina Gálvez – ATTAC Sevilla

Ahora que el cansancio aumenta el estrés de nuestros cuerpos a la espera de tomar vacaciones, la Unión Europea anuncia que el viernes 23 de julio publicará los resultados de las pruebas de estrés financiero –o solvencia– de los bancos europeos.

Se tomó la decisión de publicarlos el pasado mes de junio por la presidencia española de la UE diciendo que así se avanzaría en transparencia y rigor, pero en realidad se trató de una maniobra muy hábil y necesaria de nuestro gobierno para frenar los ataques que los especuladores habían desatado sobre nuestra deuda soberana y los intereses financieros y empresariales españoles. Si la UE hubiera querido avanzar en transparencia financiera lo hubiera hecho antes y otro gallo nos habría cantado. Con más diligencia y valentía frente a “los mercados” por parte de los dirigentes de la UE, nuestra economía (y nuestra democracia) no habrían sufrido la erosión galopante que la empequeñece desde que hace meses está al pairo de los grandes especuladores internacionales.

Pero los datos de estrés de los bancos europeos no se hicieron públicos hace un año, cuando lo hizo Estados Unidos, porque en lugar de buscar transparencia las autoridades europeas prefirieron darle tregua a los bancos para que mejorasen sus balances a costa de especular contra la deuda soberana de varios países europeos, entre ellos España.
Ahora, los resultados serán buenos con toda seguridad y se añadirán así a los otros indicadores que nos hablan de la buena situación de los bancos españoles, sobre todo para sus accionistas.

El Banco de Pagos Internacionales acaba de hacer público que la banca española lidera el ranking mundial de rentabilidad bancaria, doblando los beneficios de la banca estadounidense o quintuplicando los de la francesa. Un liderazgo que no es ninguna novedad, ya que viene siendo la más rentable en estos últimos años gracias a una política de crédito agresiva en el mercado interior que explica el gran endeudamiento privado de las empresas y familias españolas, y gracias a que sus ingresos por comisiones también están entre los más altos del mundo, con 0,73% sobre los activos totales frente al 0,47% del Reino Unido o el 0,38% de Alemania.

Una política para obtener rentabilidad que cuando se ha hecho sobre una población con salarios reales muy por debajo de otros países de la UE no ha garantizado la suficiente captación de depósitos y que, por el contrario, ha dado lugar al gran endeudamiento que la banca española tiene con la francesa, británica o alemana. Y que garantiza grandes beneficios para la banca pero no la satisfacción de las urgentes necesidades de financiación de nuestros empresarios y consumidores.

Y así aparece la gran paradoja: la banca más rentable del mundo es incapaz de financiar adecuadamente a la economía, al mismo tiempo que provoca un endeudamiento privado desorbitado y muy costoso. Una paradoja que apunta a que las pruebas de estrés serán positivas para la banca, pero que si se aplicaran a la economía en su conjunto o a nuestra democracia resultarían muy negativas porque lo que indica es que los bancos disponen de un poder desmesurado, capaz de doblegar la voluntad de los gobiernos y las preferencias de la ciudadanía, como estamos comprobando día a día. Poder que usan para obtener ingentes beneficios y privilegios pero no para sacar adelante a la economía.




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