“Decir que los buitres tienen buena voluntad no es serio”

Juan-Hdez-ViguerasEntrevista a Juan Hdez. Vigueras – Consejo Científico de ATTAC.

Semanas atrás apareció en el mercado local un libro titulado Los lobbies financieros, tentáculos del poder, trabajo que, como su nombre lo indica, detalla mecanismos, protagonistas y la trastienda de quienes ejercen una influencia decisiva en la toma de decisiones de política económica, beneficiándose desde las sombras del poder político.

Tiempo Argentino dialogó con su autor, el español Juan Hernández Vigueras, sobre el papel desempeñado por los fondos buitre, los medios de comunicación y el poderoso Instituto de Finanzas Internacionales, que reúne a los principales bancos globales. «Es una posición poco seria y que defiende visiones muy personales, cuando no intereses», dijo sobre las declaraciones del economista del PRO Carlos Melconian, quien consideró a los fondos buitre como «tipos de buena voluntad». Y asegura que a pesar de los efectos de la crisis financiera iniciada en 2008, Washington sigue sometido a la cultura de Wall Street. «Si antes se decía que lo que era bueno para General Motors era bueno para Estados Unidos, ahora se sigue pensando –incluso después de la crisis– que lo que es bueno para Wall Street lo es para Estados Unidos, con las consecuencias que estamos viviendo», dice.

Usted analiza en su último libro los principales mecanismos de lobby implementados por el poder financiero a nivel global. Dentro de ese escenario, ¿qué lugar ocupa la American Task Force Argentina?

Es un ejemplo del poder financiero pero puesto al servicio de unos intereses muy concretos. Eso desde el punto de vista conceptual. El negocio de los fondos buitre es la especulación, no crean riqueza ni nada. Pero yo lo veo más como una muestra del poder que tiene hoy los grandes grupos financieros.

Días después del fallo adverso en el Tribunal de Nueva York, un economista vinculado a la derecha defendió a los fondos buitre calificándolos como «tipos de buena voluntad que compraron títulos para ahorrar». ¿Qué le parece esa apreciación?

Es una posición poco seria y que defiende visiones muy personales, cuando no intereses. Y por una razón muy sencilla: hasta donde yo sé no se trata de aquellos fondos o particulares que adquirieron originariamente los bonos argentinos, sino que los adquirieron en el mercado secundario posteriormente, aprovechando la bajada posterior a las reestructuraciones que hubo. Eso en origen. En cuanto a cómo se han comportado posteriormente, pues hombre, las medidas que han adoptado, al margen de la ley, aprovechando el amparo que tienen en Estados Unidos, desde el tema de la Fragata Libertad (N.d.R, retenida en un puerto de Gana durante más de dos meses) hasta la creación de un lobby específico que cuesta mucho dinero –son inversiones adicionales– para conseguir sus objetivos. Hay una parte que es estrictamente contra la Argentina, pero también hay otra parte que tiene que ver con crear una pauta de funcionamiento y someter a los estados más díscolos, aquellos que no aceptan la disciplina de «los mercados», refiriéndonos particularmente a los mercados financieros, que se han convertido en el gran poder.  Cualquiera que quiera obviar eso, además de estar negando la realidad, está contribuyendo a ello. Puestos a pensar mal, ya que yo no conozco a este personaje, pues habría que pensar que los fondos buitre se valen precisamente del lobby, y la labor del lobby consiste en lograr presión mediática y crear estados de opinión favorable a sus intereses.

La posición de la Argentina era que la problemática relacionada al accionar de los fondos buitre forme parte de la declaración final en la cumbre del G-20 en San Petersburgo. ¿Qué medida podría adoptarse para mitigar los efectos del accionar de los fondos buitre?

A la altura a la que se ha llegado no es una cuestión de recetas, es una cuestión de fondo, en el sentido de revalorizar lo que es el Estado frente a esa globalización que ha creado y dado tanto poder a estos fondos de inversiones y a la gran banca mundial. Sin pedir un cambio de sistema, el programa lo planteó el G-20 en los primeros años, un programa de acciones a adoptar para lograr transparencia y re-equilibrar el poder de las finanzas. Eso falló, al revés, los cambios que se han hecho, superficiales, han sido puramente funcionales, pues han traído un mayor poder de los grandes grupos financieros y de la banca. Las preocupaciones sobre el sistema financiero se olvidaron.  Parece que la preocupación va más por el crecimiento, y más concretamente por las llamadas economías emergentes, que siguen creciendo para que siga habiendo inversiones y al mismo tiempo se pueda especular sobre la base de esas inversiones directas.

A la hora de graficar el poder acumulado por los grandes bancos usted cita una frase del presidente ejecutivo de Goldman Sachs, Lloyd Blankein, quien dijo que «los banqueros hacen el trabajo de Dios».

Lo más grave es el poder que tienen en Washington, Estados Unidos. La labor de los grandes bancos y del lobby financiero se vio frente a la reforma financiera que planteó Barack Obama. Paradójicamente, está el caso de Citibank, donde un porcentaje alto de su capital era del Estado americano, y sin embargo invirtió grandes cantidades en presionar para que no se consiguieran los objetivos del gobierno de Estados Unidos y del Congreso, claro está. Hay que ir al fondo de la cuestión, y eso lo ha contado muy bien (Joseph) Stiglitz en varios sitios, en el sentido de que en Estados Unidos, Washington está sometido a la cultura de Wall Street. Si antes se decía que lo que era bueno para General Motors era bueno para Estados Unidos, ahora se sigue pensando –incluso después de la crisis– que lo que es bueno para Wall Street lo es para Estados Unidos, con las consecuencias que estamos viviendo.

En el ranking de lobbystas más importantes, usted le da un lugar privilegiado al Instituto de Finanzas Internacionales. ¿Cómo opera?

Primero por el poder en sí que representa. Se define como defensor de los bancos calificados precisamente en el marco del G-20 como bancos de riesgos sistémicos, o sea, aquellos que ante cualquier dificultad tienen que recibir la ayuda de los Estados porque si caen, entran en quiebra o tienen dificultades, afectan a todo el sistema. Y son defensores de eso. Luego, si uno examina la Web, en el consejo de administración están todos los grandes bancos mundiales. Y lo que es más grave, en las gestiones que hicieron recientemente en España, en la prensa más significativa de España, desde El país hasta InterEconomía Televisión, que defiende abiertamente intereses financieros, lo presentaron siempre a Joseph Ackerman (antiguo presidente del IFI) como presidente de la Asociación de Banqueros Alemanes, que andaba muy preocupado y venía técnicamente a ayudar. Olvidaron que venía como presidente del IFI. La visita duró dos años, incluido visitas al rey Juan Carlos. Una vez que llegó el momento, cuando ya se había producido en España el giro político y se había aceptado la disciplina de los mercados, pues entonces vino la visita de Charles Dallara (entonces director ejecutivo del IFI) para entrar en los detalles y también la prensa lo planteó como un asesoramiento técnico, como a gente que conoce los mercados y los problemas de endeudamiento de los países, y vienen a ayudarnos. Como se dice en España, a echarnos una mano.

Concretamente, ¿cuál era el sentido de las visitas periódicas del IFI a España?

La realidad es que venían a supervisar cual era el proyecto del gobierno para crear el llamado banco «malo», que es una sociedad mercantil de gestión mixta privada y pública creada para comprarles a los bancos los activos inmobiliarios tóxicos, es decir, invendibles, que carecen de todo valor de mercado, para gestionarlos. Es decir, socializar las pérdidas de la banca. Y la prueba del éxito es que 15 días después de la visita fue publicado el Real Decreto y ya nadie protestó en la banca. Luego, entonces, el objetivo lo habían conseguido.

Después de la crisis financiera desatada en 2008, lejos de perder, los bancos parecen haber reforzado su rol a nivel global. ¿Está de acuerdo?

Sin duda alguna. Ha crecido con la ayuda de los contribuyentes, y naturalmente ha aumentado su poder. El gran dilema hoy es el gran cambio que se está produciendo en los gobiernos, en España es clarísimo. Los gobiernos democráticos terminan no respondiendo a los intereses no ya de sus electores o militantes, sino para terminar sometiéndose en eso que se ha dado en llamar los mercados, ese poder difuso y confuso que es el mundo financiero. Eso lo hemos visto en España con los dos últimos gobiernos, el anterior y el actual de forma clarísima. No lo digo yo, es de dominio público.

La banca controla a los medios

«A veces se olvida en la discusión de los medios que más que un problema de Internet versus imprenta o del papel frente al digital, el gran problema es que la banca y los grupos financieros controlan los grandes medios. Piense que el New York Times, famoso por su independencia, tiene como asesor bancario al Goldman Sachs. Es el gran problema de estos tiempos», analiza Hernández Vigueras, y enseguida brinda un ejemplo. «Aquí en España un trato habitual en la prensa es ‘Angela Merkel nos tiraniza’. Dejando de lado lo que pueda haber derivado de la deficiencia institucional de Europa, lo que la gente olvida es que Goldman Sachs dice que es el mejor socio del gobierno alemán unido al Deutsche Bank, y que este último tiene un volumen de actividad equivalente al 85% del PIB alemán, o sea, es un poder en sí mismo y por su puesto contratante de lobbys en Europa y en todo el mundo. Fue uno de los tantos inversores en lobbys para combatir la reforma de (Barack) Obama porque tiene intereses mundiales.

Yo creo que una labor de la prensa sería llevar a la conciencia de los ciudadanos esa realidad. De hecho, mi objetivo personal con el libro ha sido llevar visibilidad y ayudar a crear conciencia crítica, que los que creemos en la democracia creemos que el poder puede estar todavía en el pueblo». En medio de ese escenario, brindó su diagnóstico sobre El País, principal periódico español. «Parte del prestigio que conserva es verdad, pero responde mucho a los intereses del sector financiero, porque desde el momento en que un periódico se endeuda y debe 5 mil millones obvian determinadas cuestiones, cuando no manipulan determinadas cosas. Para las personas que buscamos información por diversos medios, sigue siendo válido. Pero en política juego mucho con unos y con otros. El gran error del presidente (José María) Aznar fue meterse abiertamente con El País. Ahí entran un poco las revoleadas personales. Pero vamos, es lo que tenemos», concluye.

Entrevista realizada por Ignacio Chausis para Tiempo Argentino




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