Cambios en las izquierdas europeas

Vicenç NavarroSistema Digital

Una de las consecuencias de que el pensamiento liberal haya invadido las instituciones europeas que configuran las políticas económicas, fiscales y sociales de la Unión europea (tales como el Consejo de Europa, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y la Corte Suprema de la Unión Europea) ha sido el deterioro de las condiciones económicas y sociales de las clases trabajadoras de la mayoría de países que pertenecen a la eurozona. Las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional han disminuido pasando de representar el 70% de la renta nacional al 62% durante el periodo 1992-2005 (en el promedio de la eurozona). Durante el mismo periodo, el desempleo ha aumentado también en la mayoría de tales países, mientras que los beneficios sociales han sido reducidos en gran número de estos países (ver Navarro, V. «El declive de la Europa Social en Josep Borrell», Europa en la Encrucijada, Ed.Caja Mar,Caja Rural, Sociedad Cooperativa de Crédito, diciembre 2007). Es comprensible, por lo tanto, el rechazo que se mostró en los referéndums francés, holandés e irlandés sobre la Constitución Europea, en la que el rechazo fue particularmente acentuado entre la clase trabajadora y otros sectores de las clases populares de aquellos países. En realidad tal rechazo aparece también en las encuestas de opinión popular que han tomado lugar en los países donde no ha habido referéndum. En Dinamarca, en Alemania, en Suecia y en Bélgica, el porcentaje de votantes de clase trabajadora en contra de la aprobación de la propuesta Constitución Europea era mayor que el de los que la apoyaban.

Es importante subrayar que el rechazo hacia la manera como se está construyendo Europa ha afectado primordialmente a aquellos partidos -como los partidos socialdemócratas- que habían tenido el apoyo electoral de tales clases populares y que han sido percibidos como protagonistas en esta construcción. Hace diez años, la socialdemocracia era la opción política que gobernaba mayor número de países en la UE. No ahora.

Una consecuencia de tal situación es el surgimiento de una nueva izquierda socialista que ha adquirido gran visibilidad y extensión en un periodo muy corto y que se caracteriza por su rechazo a las políticas acomodaticias hacia el liberalismo adoptadas por partidos de centro y centro izquierda gobernantes. Tales partidos proponen políticas públicas redistributivas, la universalización de derechos sociales y laborales, el desarrollo de políticas fiscales progresistas, una clara expansión del estado del bienestar, un rechazo a las privatizaciones sin exclusión de renacionalización de empresas públicas privatizadas, y una oposición a la expansión de la OTAN. Tienen también en común un rechazo al proceso escasamente democrático de establecimiento de la Unión Europea.

El lugar donde tal izquierda ha aparecido con mayor intensidad es en Alemania, donde el partido Die Linke (La Izquierda) que no existía hace sólo 18 meses ha pasado a ser la tercera fuerza política del país, resultado de la escisión del Partido Socialdemócrata Alemán (escisión dirigida por Oscar Lafontaine) y unión con el que fue el Partido Comunista del Este de Alemania. Tal Partido pide la renacionalización del gas y de la electricidad, la prohibición de hedge funds, la introducción del máximo salario y máxima renta, y la oposición al capitalismo anglosajón apoyado por las reformas Schroeder del PSD alemán. Lo que es sorprendente es que dos terceras partes de la población adulta alemana declaran estar de acuerdo con la totalidad o con elementos importantes de su programa.

Una renovación semejante del socialismo ha estado ocurriendo en Holanda, donde el nuevo Partido Socialista de Holanda triplicó su voto en las últimas elecciones del 2006, con la posibilidad que en las próximas elecciones sustituya al Partido Laborista (que ha gobernado por muchos años en coalición con el Partido cristiano-demócrata) convirtiéndose en el mayor partido de centro izquierda en aquel país. Tal partido se opuso a la aprobación de la Constitución Europea en el referéndum que tuvo lugar en el 2006. Se opone fuertemente al liberalismo presente en las instituciones de la UE (citadas anteriormente) utilizando como eslogan en su campaña la llamada a la «dignidad humana, igualdad y solidaridad». Se opone a las políticas de fronteras abiertas a la inmigración y a la desregulación de los mercados de trabajo. En Grecia, el Partido ascendente es el llamado Coalición de la Izquierda Radical, que ha cuestionado el desplazamiento del partido tradicional de las izquierdas griegas, el Pasok, hacia la derecha. Es popular entre la gente joven, contando con el apoyo del 30% de los jóvenes por debajo de 35 años, porcentaje mayor del que apoya al Pasok. En Francia y Gran Bretaña, en cambio, la izquierda no acaba de resurgir. Aunque Sarkozy es crecientemente impopular, la izquierda no avanza. Y en Gran Bretaña, el descontento generalizado dentro de las bases del Partido Laborista hacia la Tercera Vía, identificada con su dirección, no ha cristalizado en un movimiento o partido de izquierdas. En Suecia, el Partido Socialdemócrata en la oposición y el Partido Comunista, hoy en la oposición, es probable que gobiernes tras las próximas elecciones. Y en Noruega, en cambio, desde hace tres años gobierna una alianza de partidos rojos y verdes, habiendo interrumpido la desnacionalización de las empresas públicas, con una extensión muy notable del estado del bienestar. Es sorprendente la falta de atención que esta revitalización de las izquierdas está teniendo lugar en Europa. Tal revitalización puede afectar todo el panorama político europeo, particularmente ahora cuando las crisis financiera y económica están radicalizando a amplios sectores de las clases populares.




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