Banca pública contra la crisis

banca-publicaJuan Torres – Consejo Científico de ATTAC.

Ahora que se estudia en el Parlamento de Andalucía la posible creación de un Instituto Público de Crédito Andaluz es oportuno plantear lo difícil que será que a corto o medio plazo se disponga de la financiación imprescindible para lograr que la economía y el empleo se reactiven.

En las condiciones en las que actualmente se encuentra la banca privada (y lo que queda de las cajas de ahorros) el crédito seguirá siendo muy escaso, demasiado caro o solo accesible a cambio de garantías que lo hacen inalcanzable. Es significativo, por ejemplo, que, según una encuesta reciente del Banco Central Europeo, el 5% de las pymes españolas no acepta finalmente los créditos ya concedidos porque les resultan inasumibles.

A pesar de las billonarias ayudas que ha recibido la banca internacional, incluida por supuesto la española, y del continuo aporte de liquidez que hace el Banco Central Europeo los bancos privados siguen sin proporcionar el dinero que necesitan las empresas y consumidores para hacer que la economía funcione con mínima normalidad. El quebranto patrimonial y la insolvencia que les produjo su irresponsable actuación en los últimos años es extraordinario y su agujero es mucho mayor del que dejan ver las triquiñuelas y mentiras contables que las autoridades les vienen consintiendo para salvarlos. Además, sin reformar las condiciones en que se desenvuelven los mercados internacionales, la banca privada seguirá dirigiendo los recursos que maneja hacia actividades financiero-especulativas mucho más rentables que financiar a la actividad productiva. Y, para colmo, resulta que la falta de crédito hace menos solventes a las empresas y eso limita, a su vez, la financiación que le ofertan los bancos. Todo ello explica que por mucha liquidez que se ponga a disposición de la banca privada sea muy poca o ninguna la que ésta traslada hacia empresarios y consumidores.

Esta carencia es aún más grave en España o en Andalucía. Aquí, además de habernos estallado la crisis internacional, ha saltado también por los aires el modelo productivo y no podemos salir del hoyo en el que estamos sin cambiar los motores de arranque de la economía, para lo cual necesitamos una financiación adicional que no tenemos y que es casi imposible, como he dicho, que pueda proporcionar la banca privada tradicional.

Por eso, porque la banca privada es prácticamente un zombi que vive de ayudas públicas y que no puede proporcionar el crédito necesario para crear otro tipo de actividad y empleo, me parece que es imprescindible disponer de entidades públicas que puedan comprometerse de otra forma con las empresas, asumir con ellas el mayor riesgo que conlleva operar en tiempo de crisis y abrir nuevas vías de negocio, y que ofrezcan a empresarios y emprendedores recursos a menor coste que el que proporciona la banca privada obligada, para mantener sus beneficios, a elevar sus márgenes por encima de lo que puede asumir una economía como la nuestra.

Ahora bien, aunque allí donde ha existido banca pública se ha hecho frente mejor a la crisis y se sale antes de ella, ponerla en marcha en Andalucía o en España tiene dificultades especiales. Por un lado, es muy difícil que una entidad pública de crédito pueda disponer de los recursos y la liquidez necesarios sin un buen banco de bancos o prestamista en última instancia, es decir, sin un apoyo del BCE al menos parecido al que éste da a la privada. Algo difícil en una unión monetaria como la europea, precisamente diseñada en beneficio de la banca privada, salvo que se reclame con un empeño y fuerza política muy grandes por parte de los poderes públicos. Pero, por otro, es poco creíble que gobiernos directa o indirectamente responsables de la desaparición de las cajas, o incluso de bancos públicos, los demanden ahora, o que conciten el apoyo social necesario para reclamarlos con éxito si previamente no realizan una profunda catarsis reconociendo ante la sociedad sus errores y responsabilidades.

Artículo publicado en El País




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